La princesa Rocío y la princesa del Nihuil



Había una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Rocío. Ella vivía en el hermoso pueblo de Nihuil, rodeado de naturaleza y con un lago cristalino.

A pesar de tener todo lo que una princesa podría desear, Rocío se sentía muy triste. ¿Por qué? Porque no tenía amigas princesas con las que jugar en el pueblo. "¡Ay, qué aburrido es todo!" se quejaba Rocío mientras paseaba por los jardines del castillo.

Un día, su hada madrina, la sabia Hilaria, notó la tristeza de la princesa y decidió ayudarla.

"Princesa Rocío, sé que te sientes sola, pero sé que en algún lugar hay una amiga perfecta para ti", le dijo el hada con una chispa de esperanza en los ojos. La hada Hilaria le dio a Rocío un collar mágico que brillaba cuando la amistad verdadera estaba cerca. "Cuando encuentres a esa amiga especial, el collar te guiará hacia ella", explicó Hilaria.

Con renovada esperanza, Rocío partió en busca de su amiga. Rocío recorrió el pueblo del Nihuil, visitando cada rincón y hablando con cada habitante en busca de una amiga princesa. Sin embargo, cada día que pasaba sin encontrar a nadie, la tristeza de Rocío parecía crecer.

Hasta que un día, mientras paseaba por la orilla del lago, el collar mágico empezó a brillar. "¿Qué significa esto?", se preguntó Rocío sorprendida.

El brillo la guió a un claro del bosque donde se encontraba otra princesa, llamada Lara, que también anhelaba una amiga con quien jugar. Las dos princesas se miraron con asombro y alegría, y en ese momento supieron que habían encontrado a la amiga especial que habían buscado.

Desde ese día, Rocío y Lara se convirtieron en inseparables. Juntas exploraron el lago, montaron a caballo y compartieron risas y secretos. La tristeza de Rocío se desvaneció, y el pueblo del Nihuil se llenó de alegría al ver a las dos amigas jugar juntas.

La princesa Rocío aprendió que a veces la verdadera amistad puede encontrarse en los lugares más inesperados, y que no importa cuánto tiempo pasemos solos, siempre habrá alguien especial destinado a cruzar nuestro camino.

Y así, la pequeña princesa aprendió una valiosa lección: que la amistad verdadera puede iluminar incluso los días más oscuros. Desde entonces, Rocío y Lara disfrutaron de cada día en el Nihuil, agradeciendo el regalo de la verdadera amistad que las unía.

Y juntas, nunca más se sintieron solas. Fin.

FIN.

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