La princesa Sofía y el brillo nocturno


Había una vez en un reino muy lejano, una princesa llamada Sofía. Desde que era muy pequeña, tenía un miedo terrible al sol.

Cada vez que salía de su castillo y veía los rayos del sol brillando en el cielo, se escondía asustada. La princesa Sofía no sabía por qué le tenía tanto miedo al sol. Su madre y su padre trataban de consolarla, pero nada parecía funcionar.

La única persona que podía entenderla y ayudarla era su mejor amiga, la luna. La luna siempre estaba allí para Sofía cuando ella necesitaba consuelo. Juntas pasaban largas noches conversando y riendo bajo las estrellas.

Un día, mientras paseaban por el jardín del castillo, la princesa le confesó a la luna lo mucho que deseaba poder bailar como las demás niñas de su edad. "Quisiera ser valiente como tú", suspiró Sofía mientras miraba al cielo oscuro.

La luna sonrió con ternura y respondió: "Princesa Sofía, eres más valiente de lo que crees. No tienes que temerle al sol ni dejar de hacer lo que te gusta".

Sofía quedó pensativa por un momento y luego preguntó: "¿Cómo puedo superar mi miedo?"La luna reflexionó unos segundos antes de responder: "Creo que deberías enfrentar tu miedo poco a poco. Comienza saliendo al jardín durante el atardecer cuando el sol está menos fuerte".

La princesa seguío el consejo de la luna y cada tarde salió al jardín a disfrutar del hermoso paisaje mientras el sol se ocultaba. Poco a poco, fue perdiendo su miedo y sintiéndose más cómoda con la luz del sol.

Un día, mientras caminaba por el jardín, Sofía escuchó música proveniente de una sala cercana. Siguió el sonido y descubrió que era una clase de baile. "¿Puedo unirme?" preguntó con timidez. La profesora de baile asintió y le dio la bienvenida a la princesa.

Sofía comenzó a aprender los pasos básicos y rápidamente se enamoró de la danza. Bailar le hacía sentir libre y feliz. A medida que Sofía avanzaba en sus clases de baile, su confianza crecía cada vez más.

Ya no tenía miedo de enfrentarse al sol ni tampoco temía mostrar su talento en el escenario. El día del gran espectáculo llegó y todos los habitantes del reino estaban emocionados por ver a la princesa bailar. La luna también estaba muy orgullosa de su amiga.

Cuando las luces se encendieron, Sofía salió al escenario con gracia y elegancia. Bailó como nunca antes lo había hecho, llenando el lugar con su energía y alegría. El público aplaudió emocionado ante su increíble actuación.

Después del espectáculo, Sofía recibió muchas felicitaciones por parte de sus padres, amigos y súbditos.

Pero lo más importante para ella fue haber superado su miedo al sol y haber encontrado una pasión en el baile gracias a la ayuda incondicional de su mejor amiga, la luna. Desde ese día, la princesa Sofía nunca dejó de bailar. Cada vez que sentía miedo o inseguridad, recordaba el apoyo y la valentía que había encontrado en sí misma.

Y así, vivió felizmente junto a su amiga la luna, disfrutando de cada rayo de sol que iluminaba su camino. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

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