La princesa Sofía y el hechizo sanador
Había una vez, en un lejano reino, una hermosa princesa llamada Sofía. Sofía era valiente y curiosa, siempre buscando nuevas aventuras.
Pero había algo que la entristecía: su padre, el rey Juan Carlos, estaba muy enfermo y no podía salir de su habitación. Un día, mientras caminaba por los jardines del castillo, Sofía encontró a una misteriosa bruja llamada Amelia. Aunque todos temían a las brujas, Sofía decidió acercarse a ella.
"Hola bruja Amelia", saludó la princesa con valentía. "¿Puedes ayudar a mi papá? Está muy enfermo y me gustaría verlo feliz otra vez". Amelia sonrió y dijo: "Princesa Sofía, puedo hacer un hechizo para curar al rey Juan Carlos.
Pero necesito algo importante para completarlo". "Dime qué necesitas", respondió la princesa emocionada. La bruja señaló hacia un árbol cercano donde se encontraba un lorito colorido posado en una rama. "Necesito una pluma del lorito parlanchín como ingrediente especial para el hechizo", explicó Amelia.
Sofía se acercó al lorito y le pidió amablemente si podría darle una pluma. El lorito aceptó encantado y le entregó una pluma brillante.
Con la pluma en mano, la princesa regresó junto a Amelia quien preparaba el hechizo en su caldero mágico. "Ahora debemos buscar algo que pertenezca al espejo de la bruja malvada", dijo Amelia pensativa. Sofía recordó que el espejo de la bruja estaba en una torre abandonada cerca del castillo.
Sin dudarlo, se dirigió hacia allí junto a Amelia. Cuando llegaron a la torre, encontraron el espejo cubierto por una capa de polvo y telarañas. La princesa limpió cuidadosamente el espejo y lo sostuvo frente a ella.
"Espero que esto ayude al rey", murmuró Sofía mientras tocaba el espejo con la pluma del lorito. De repente, el espejo comenzó a brillar intensamente y un destello mágico envolvió a la princesa. Cuando desapareció, Sofía se encontraba en una dimensión completamente diferente.
En ese lugar extraño, Sofía vio al espíritu del rey Juan Carlos atrapado dentro del espejo. El espíritu le explicó que había sido capturado por la malvada bruja hace muchos años y necesitaba ser liberado para poder curarse.
Con coraje y determinación, Sofía buscó una manera de liberar al espíritu de su padre. Finalmente, descubrió un hechizo antiguo que debía recitar correctamente para romper el encantamiento.
La princesa cerró los ojos y comenzó a recitar las palabras mágicas con voz firme:"Espíritu valiente atrapado en cristal, libertad te doy con amor celestial. Regresa a tu cuerpo sano y feliz, que vuelva la alegría al reino raiz".
Al terminar el hechizo, el espíritu del rey Juan Carlos emergió del espejo y se fundió nuevamente con su cuerpo. El rey abrió los ojos y sonrió al ver a su amada hija. "Gracias, querida Sofía, por rescatarme", dijo el rey emocionado. La princesa abrazó a su padre con alegría.
Desde aquel día, el reino prosperó y la felicidad volvió a todos sus habitantes. Sofía aprendió que no importa cuán peligrosas parezcan las situaciones, siempre hay una solución si uno tiene valentía y determinación.
Y así vivieron felices para siempre, recordando la increíble aventura que los unió aún más como familia.
FIN.