La princesa Sofía y sus amigos dragones y dinosaurios


Había una vez una princesa llamada Sofía, quien vivía en un castillo rodeado de altos muros y sin amigos con quienes jugar.

Todos los días miraba por la ventana y veía cómo otros niños se divertían en el parque, mientras ella estaba atrapada en su habitación. Un día, la princesa decidió que quería celebrar su cumpleaños con una gran fiesta. Pero no quería una fiesta aburrida con solo adultos y criados del castillo.

Quería algo especial, algo emocionante que la hiciera sentir viva. Fue entonces cuando recordó las historias que le contaba su abuelo sobre dragones y dinosaurios amigos.

¿Por qué no tenerlos como invitados a su fiesta? Sofía sabía que para escapar del castillo tendría que ser astuta. Así que planeó todo cuidadosamente: esperaría hasta la noche para evitar ser vista por los guardias y usaría sus habilidades de escalada para bajar por el muro.

Cuando llegó al bosque cercano al castillo, comenzó a buscar a sus amigos dragones y dinosaurios. Después de mucho caminar, finalmente encontró un grupo de ellos jugando juntos. "¡Hola! Soy Sofía, ¿quieren venir a mi fiesta?" - preguntó entusiasmada.

Los animales se sorprendieron al verla allí sola pero aceptaron acompañarla a cambio de algunos dulces que había llevado consigo. El camino hacia el castillo fue difícil ya que tenían que esquivar obstáculos como ríos y troncos caídos en el camino.

Pero finalmente llegaron al patio trasero del castillo donde Sofía había preparado todo para su fiesta. Todos se divirtieron juntos, comiendo dulces, jugando y bailando. Los dragones soplaron fuego y los dinosaurios hicieron rugidos asombrosos que dejaron a todos boquiabiertos.

Pero en medio de la fiesta, llegó el rey con sus guardias y encontró a Sofía con sus amigos animales. "¡Sofía! ¿Qué estás haciendo aquí afuera? ¡Es peligroso!" - dijo el rey preocupado.

Sofía explicó que solo quería tener una fiesta emocionante con sus nuevos amigos. El rey estaba sorprendido pero al ver lo feliz que estaba su hija decidió permitirle tener más aventuras siempre y cuando estuviera segura. A partir de ese día, Sofía no volvió a sentirse sola.

Sus amigos animales la visitaban regularmente en el castillo para jugar y divertirse juntos.

Y aunque todavía había muros altos alrededor del castillo, ella sabía que tenía amigos especiales para ayudarla a escapar cada vez que quisiera vivir nuevas aventuras fuera del castillo. La moraleja de esta historia es que nunca estamos solos si tenemos imaginación y creatividad para encontrar nuevos amigos y aventuras emocionantes en nuestra vida.

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