La Princesa Tiana y la Bebé Rana
Había una vez en un reino muy lejano, la reina y la princesa Tiana vivían felices en su hermoso castillo. Un día, mientras paseaban por los jardines del castillo, escucharon un llanto que provenía de unos arbustos.
Intrigadas, se acercaron y descubrieron a una linda bebé envuelta en una manta, junto a una pequeña rana que parecía cuidarla. - ¡Oh! ¿Qué hacemos aquí? -exclamó la princesa Tiana sorprendida.
- Parece ser que esta bebé ha sido abandonada -dijo la reina con tristeza-. Debemos llevarla al castillo y cuidar de ella. La princesa Tiana tomó a la bebé en brazos mientras la rana saltaba alegremente a su alrededor.
Regresaron al castillo y decidieron llamar a la bebé Sofía, ya que era tan dulce como un sueño. Los días pasaron y Sofía creció sana y feliz bajo el cuidado amoroso de la reina y la princesa.
La rana, a quien llamaron Renato, se convirtió en el inseparable compañero de juegos de Sofía. Juntos exploraban los rincones del castillo y compartían momentos llenos de risas y alegría. Una noche, mientras todos dormían plácidamente, un malvado hechicero irrumpió en el castillo con intenciones malignas.
Sin embargo, Renato alertó con sus croacidos a la princesa Tiana, quien rápidamente despertó y pudo detener al hechicero antes de que causara algún daño. - ¡Gracias Renato! -exclamó Sofía abrazando cariñosamente a su amiga rana-. Eres nuestro héroe.
El hechicero fue expulsado del reino gracias al valiente acto de Renato. A partir de ese día, tanto él como Sofía fueron considerados héroes por todo el reino.
La bondad y lealtad demostrada por Renato enseñó a todos una valiosa lección sobre el verdadero valor de la amistad. Y así, entre aventuras y enseñanzas importantes para sus vidas futuras, Sofía creció rodeada del amor incondicional de su familia real y sus amigos especiales.
Siempre recordaría aquel día en que fue encontrada junto a su fiel amiga rana como un bello comienzo lleno de magia e inspiración para seguir adelante cada día.
FIN.