La Princesa Valentina y las Montañas Mágicas



Había una vez, en un pequeño reino, una princesa morena llamada Valentina. Valentina tenía solamente 5 años, pero su curiosidad era tan grande como las montañas que se alzaban detrás de su castillo. Cada día, se asomaba por la ventana de su habitación, soñando con explorar los misterios que esas montañas ocultaban.

Un día, mientras jugaba en el jardín, encontró un libro antiguo que su padre, el rey, solía leerle. En las páginas amarillentas, había dibujitos de hadas y criaturas mágicas que habitaban en las montañas.

"¿Puedo realmente encontrarlos?" - se preguntó Valentina emocionada.

Decidida a descubrir la verdad, Valentina se preparó para su aventura. Antes de salir, su madre, la reina, la llamó:

"Valentina, mi amor, a donde vayas, asegúrate de ser valiente y siempre cuídate".

"Sí, mamá, seré cuidadosa. ¡Voy a encontrar una hada!" - respondió con una gran sonrisa.

La princesa salió del castillo y comenzó su camino hacia las montañas. Mientras caminaba, se encontró con un pájaro parlante.

"¿Dónde vas, pequeña princesa?" - le preguntó el pájaro.

"Voy a buscar un hada. ¿Sabes dónde puedo encontrar una?" - dijo Valentina.

"Claro, pero por las montañas también habitan dragones y trolls. Debes ser muy astuta" - advirtió el pájaro.

Valentina, sin asustarse, siguió su camino. Pronto llegó a una cueva oscura. Afuera, había un troll muy gruñón.

"¡No puedes entrar!" - gritó el troll, cruzándose de brazos.

"¿Por qué no?" - preguntó Valentina acobardada.

"Porque aquí no se permite la curiosidad de los intrusos. ¡Vete!" - respondió el troll.

"Pero no soy una intrusa, soy una princesa valiente. Solo quiero hablar con un hada" - insistió Valentina.

"Si eres tan valiente, ¿qué tal si me cuentas una historia? Si logras hacerme reír, te dejaré pasar" - dijo el troll, sorprendido.

Valentina sonrió, se acercó, y comenzó a contar una historia sobre un pez que soñaba con volar. Mientras hablaba, el troll, poco a poco, dejó de fruncir el ceño.

"Jajaja, ¡eso es gracioso!" - se rió el troll, y, cumpliendo su promesa, le permitió pasar a la cueva.

Dentro de la cueva, Valentina vio luces brillantes y, al fondo, a una pequeña hada con alas de colores.

"¡Hola!" - dijo la hada.

"¡Hola! Soy la princesa Valentina. He venido a conocerte" - respondió emocionada.

"¡Qué valiente! No muchos osan entrar aquí. ¿Por qué lo hiciste?" - preguntó la hada.

"Quería vivir una aventura y no dejar que el miedo me detenga" - contestó Valentina.

La hada, impresionada, le ofreció un regalo mágico: un pequeño colgante.

"Este colgante te dará la valentía para enfrentar cualquier reto. Recuerda que ser valiente no significa no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él" - explicó la hada.

Valentina agradeció a la hada y regresó al castillo. Cuando llegó, la reina la abrazó, emocionada.

"¿Cómo fue tu aventura, Valentina?" - le preguntó la madre.

"¡Fue increíble! Conocí a un troll que me hizo reír y a una hada mágica, que me enseñó que ser valiente es importante" - dijo Valentina, sonriendo con orgullo.

Desde ese día, cada vez que Valentina se sentía un poco asustada, miraba su colgante y recordaba su gran aventura. Así descubrió que el valor reside en cada uno de nosotros, y que, cuando tenemos curiosidad y coraje, las posibilidades son infinitas.

Y así vivió la princesa Valentina, llena de valentía y sueños, lista para nuevas aventuras que la vida le deparaba en su hermoso reino.

FIN.

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