La Princesa Valeria y la Oscuridad Valiente



Érase una vez en un lejano reino, donde las flores siempre florecían y el sol brillaba con fuerza, vivía una princesa llamada Valeria. A diferencia de las princesas de los cuentos, Valeria era una guerrera valiente, conocida por su habilidad con la espada y su destreza en el arco. Sin embargo, había una cosa que la aterraba: la oscuridad.

Cada vez que caía la noche, su corazón latía desbocado, y su estómago se llenaba de mariposas inquietas. Se le erizaba la piel y a menudo, sus manos temblaban al escuchar los crujidos de la madera y los suaves susurros del viento. Se encerraba en su habitación, manteniendo la puerta bien cerrada y las ventanas cubiertas. Pero aún así, su miedo no desaparecía.

Un día, mientras Valeria entrenaba con su espada, su mejor amiga, la valiente Yara, se acercó y notó que su rostro estaba pálido.

"Valeria, ¿estás bien? Pareces asustada."

"Es que... tengo miedo de la oscuridad, Yara. No sé qué hacer cuando cae la noche."

Yara, siempre dispuesta a ayudar, le sonrió y le dijo:

"No estás sola, Valeria. Todos tienen miedos. Yo, por ejemplo, tengo miedo de los dragones."

Valeria miró a su amiga, sorprendida. Nunca había imaginado que Yara pudiera tener miedo de algo.

"¿Pero cómo lo enfrentas?"

Yara pensó un momento y luego respondió:

"Cuando me asusta la idea de un dragón, pienso en una estrategia. Como entrenar con mi espada y usar mi escudo. También... Respira hondo y cuenta hasta diez. Eso me ayuda a calmarme."

Entonces, Valeria decidió intentar lo que su amiga sugirió. Esa noche, cuando la oscuridad comenzó a envolver su castillo, se preparó. Con el corazón latiendo rápido, decidió enfrentar su miedo. Se sentó en su cama, cerró los ojos y, siguiendo el consejo de Yara, respiró profundamente, contando hasta diez.

Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cin... Seis... Siete... Ocho... Nueve... Diez.

Con cada respiración, sentía cómo su cuerpo se relajaba. Pero luego, escuchó un ruido extraño afuera. ¡Era un aullido! Su corazón comenzó a latir con fuerza de nuevo. Se sentó erguida y, recordando que Yara había enfrentado a un dragón en su imaginación muchas veces, decidió no dejar que el miedo la dominara.

Valeria tomó su espada y, con determinación, salió al pasillo oscuro. La luz de la luna iluminaba suavemente las paredes y, al avanzar, notó que la oscuridad no era tan aterradora como había pensado. Al llegar a la ventana, vio lo que ocasionaba el aullido: un lobo perdido tratando de encontrar su camino.

"Pobrecito, debe estar asustado. Al igual que yo", murmuró la princesa.

Valeria sintió una nueva compasión por el lobo y, en ese momento, su miedo comenzó a desvanecerse. Se acercó lentamente, extendiendo su mano.

"Tranquilo, amigo. No soy tu enemigo."

El lobo la miró, sus ojos brillaban con inteligencia. Se acercó un poco más y, en un momento de valor, Valeria se puso en cuclillas y dijo:

"¿Quieres compañía?"

El lobo, sorprendentemente, se sentó a su lado. Juntos, en el silencio de la noche, comenzaron a formar un lazo especial. Valeria comprendió que la oscuridad no era el enemigo; podía ser el lugar donde comunidades se formaban, donde el miedo podía llevar a amistades inesperadas.

Desde ese día, cada vez que el sol se escondía y la oscuridad descendía, Valeria ya no corría a esconderse. Con su nuevo amigo, el lobo, exploraba su reino bajo la luz de la luna, descubriendo los secretos que la noche guardaba.

La princesa guerrera aprendió que los miedos pueden vencer, que se pueden enfrentar y que la valentía no significa no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él. Valeria y su lobo se convirtieron en un equipo, protegiendo el reino con valentía y conocimientos sobre la oscuridad, y recordando a todos que, a veces, los tesoros más valiosos se hallan cuando te atreves a enfrentar tus miedos.

FIN.

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