La Princesa Valiente y el Dragón Amistoso
Érase una vez, en un reino lejano, un hermoso castillo rodeado de verdes praderas y altas montañas. En este castillo vivía la Princesa Clara, una joven inteligente y valiente que amaba explorar los bosques que rodeaban su hogar. Todos en el reino la querían mucho, pero había un misterioso dragón que vivía en la montaña más alta y que muchos decían era feroz y peligroso.
Un día, Clara decidió aventurarse en el bosque, llevando consigo una brújula y su libro de cuentos. Mientras caminaba, se encontró con un caballero de brillante armadura y espada afilada, llamado Sir Alejandro.
"¡Hola, princesa!", saludó Sir Alejandro. "Soy un caballero y estoy en busca del dragón que asola nuestro reino. ¿Has visto alguno?"
"¡No!" exclamó Clara. "He oído historias, pero creo que quizás no sea tan malo como dicen. Tal vez solo está asustado."
Sir Alejandro pensó que era una idea extraña, pero confió en el corazón valiente de la princesa. Ambos decidieron juntos ir a la montaña y conocer al dragón. Durante el camino, conversaron sobre sus sueños y encontraron que tenían mucho en común.
Al llegar a la cueva del dragón, se llevaron una sorpresa. En lugar de un dragón feroz, se encontraron con un dragón de escamas azules brillantes, que lloraba amargamente.
"¿Por qué lloras, amable dragón?", preguntó Clara.
"Me llamo Drago, y estoy triste porque nadie quiere ser mi amigo. Todos me temen y huyen. Solo quería jugar, pero los humanos huyen de mí".
"¡Oh!", dijo Sir Alejandro sorprendido. "Nunca imaginé eso. Pero, ¿por qué no nos muestras cómo juegas?"
Drago miró a los dos con sorpresa y, tras un momento, se limpió las lágrimas.
"Está bien. Puedo volar con ustedes y les puedo mostrar mi jardín secreto en lo alto de la montaña."
Entonces, Drago se agachó y Clara y Sir Alejandro subieron a su lomo. Con un fuerte aleteo, el dragón despegó en el aire, dejando atrás el miedo y la tristeza. Cuando llegaron al jardín secreto, una hermosa vista los inundó: flores de colores vibrantes y un paisaje radiante.
"¡Es increíble!", exclamó Clara. "Nunca vi algo así."
Drago sonrió, y así jugaron, corrieron y se divirtieron toda la tarde. Pero pronto se hizo de noche y Clara y Sir Alejandro debían regresar al castillo.
"Gracias por el paseo y la diversión, Drago. Eres un amigo genial", dijo Clara.
"Sí, espero que puedan volver pronto", respondió Drago, sonriendo con su gran sonrisa de dragón.
A la mañana siguiente, Clara decidió organizar una gran fiesta en el castillo. Quería presentar a Drago a todos sus amigos. Era un gran reto, pero con la ayuda de Sir Alejandro, logró convencer a los aldeanos.
"¡Vengan! No deben tener miedo, Drago es bueno y solo quiere ser su amigo!", invitó Clara.
Los aldeanos se sintieron nerviosos, pero confiaron en Clara. Cuando llegaron al castillo, Drago se asomó por el jardín, mostrando su sonrisa brillante.
"¡Hola! Soy Drago, su nuevo amigo!" dijo el dragón.
Sorprendentemente, todos rieron ante la calidez de su saludo. Al día siguiente, los aldeanos jugaron al lado de Drago, y su temor se disipó.
"Gracias, Clara. Nunca pensé que podría tener amigos", dijo Drago, emocionado.
"Siempre se trata de conocer a los demás. No hay que juzgar por las apariencias", le recordó Clara, quien siempre había creído en el poder de la amistad.
Desde ese día, el dragón se convirtió en un miembro del reino, y el miedo se transformó en alegría. Y así, la Princesa Clara, Sir Alejandro y el dragón Drago vivieron muchas aventuras juntos, demostrando que la amistad no tiene límites, y que conocer a los demás es una de las mejores maneras de descubrir un mundo lleno de maravillas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.