La Princesa Valiente y el Dragón de las Sombras



Había una vez, en un reino lejano llamado Estrellavia, una princesa llamada Valentina. A diferencia de otras princesas que pasaban su tiempo en palacios, Valentina era conocida por su curiosidad y valentía. Su mayor deseo era explorar más allá de los muros del castillo y descubrir los secretos que guardaba el mundo.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con una anciana que estaba recolectando flores.

"¿Qué estás haciendo, abuelita?" - preguntó Valentina, acercándose a ella.

"Recolecto flores para hacer pociones mágicas. ¿Te gustaría ayudarme?" - respondió la anciana con una sonrisa.

Intrigada, Valentina aceptó la oferta y juntas comenzaron a recolectar flores. Al poco tiempo, la anciana le contó una leyenda que había escuchado de su juventud:

"En la cima de la montaña más alta, hay un dragón de las sombras que ha estado asustando a los habitantes del reino. Dicen que guarda un tesoro secreto que le pertenece a quien sea lo suficientemente valiente para enfrentarlo."

La Princesa se sintió emocionada.

"¡Yo puedo enfrentar al dragón!" - exclamó Valentina, decidida a demostrar su valentía.

Esa misma noche, Valentina se preparó para su aventura. Se puso su ropa más cómoda, se ató una capa azul y se despidió de su familia. Al amanecer, se puso en marcha hacia la montaña.

En el camino, conoció a un pequeño zorro que parecía estar perdido.

"¿A dónde vas, princesa?" - preguntó el zorro con curiosidad.

"Voy a enfrentar al dragón de las sombras" - respondió Valentina.

"¡No lo hagas! Es peligroso. Pero, si quieres, puedo ayudarte. Soy muy ágil y conozco el bosque como la palma de mi pata!" - insistió el zorro.

Valentina sonrió.

"¡Eso sería genial!" - aceptó.

Juntos, se adentraron más en el bosque, pero pronto se toparon con un río caudaloso. Valentina dudó.

"¿Cómo vamos a cruzar esto, Zorrito?" - preguntó preocupada.

El zorro, con su astucia, encontró unas rocas sobresalientes.

"Sigue mi ejemplo, ¡salta en mis patas! No necesitas preocuparte, yo te guiaré." - dijo el zorro.

Juntos saltaron de roca en roca hasta llegar al otro lado.

"¡Lo logramos!" - celebró Valentina.

Cuando alcanzaron la cima de la montaña, notaron que un nubarrón oscuro cubría el cielo. Valentina sintió un escalofrío, pero el zorro la animó.

"Recuerda, princesa, dentro de ti hay una luz que puede brillar, incluso en la oscuridad."

Se adentraron en la cueva del dragón y allí lo encontraron, un dragón enorme con escamas grises como el carbón y ojos brillantes como el fuego.

"¿Quién se atreve a entrar en mi cueva?" - rugió el dragón, haciendo eco en toda la caverna.

Con coraje, Valentina avanzó.

"Soy la princesa Valentina y he venido a hablar contigo. No quiero pelear, solo quiero entender por qué asustas a la gente de mi reino" - dijo con voz firme.

El dragón la miró sorprendido.

"¿Entender? Nadie ha venido a mí a preguntar, solo han intentado ahuyentarme." - respondió este, más tranquilo.

Valentina tomó aire y continuó.

"Tal vez tengas razones para defender tu hogar, como todos nosotros, pero asustar a los demás no es la solución. ¿Cómo podemos encontrar un trato?" - propuso Valentina.

El dragón, intrigado por su valentía, decidió escucharla.

"Cada vez que las personas se acercan, me asusto y me muestro feroz. Pero en realidad, me siento muy solo. Guardé el tesoro, no para mí, sino para quienes se atrevan a conocerme de verdad" - confesó.

Valentina comprendió que el dragón solo buscaba compañía.

"Si hacemos un pacto, podrías vivir en la montaña y ser protector de nuestros caminos. A cambio, podrías visitar el pueblo y compartir tus historias con nosotros. La gente podría aprender a conocer a un dragón, y tú no te sentirías solo." - sugirió Valentina.

El dragón, emocionado por la idea, aceptó.

"¡Eso sería maravilloso!" - dijo el dragón, su rostro iluminándose como el sol.

Desde ese día, Valentina y el dragón se hicieron amigos. El zorro también se unió a sus aventuras.

Valentina regresó al castillo, donde compartió su historia con su familia y los habitantes del reino. Todos quedaron asombrados ante su valentía y compasión.

La paz regresó a Estrellavia. Y desde entonces, cada día, los niños del pueblo se acercaban a la montaña a escuchar las historias del dragón, conocido como Rayo, el Dragón Amigo.

Y así, Valentina aprendió que a veces, el valor puede abrir puertas y crear amistades inesperadas. Y que ser valiente no solo significa luchar, sino también saber escuchar y entender a los demás.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!