La Princesa Valiente y el Dragón Temible
Había una vez en un reino lejano, una princesa llamada Valentina. A pesar de su corona y su hermoso vestido, Valentina tenía un espíritu aventurero y un corazón valiente. Un día, mientras exploraba el bosque real, escuchó un fuerte rugido que provenía de una cueva oscura.
- ¡Qué sonido tan extraño! -exclamó Valentina-
- Debe ser un dragón -dijo su amigo, el pequeño zorro llamado Rufi-.
- ¡Eso es emocionante! -respondió ella entusiasmada-.
Valentina y Rufi decidieron investigar. Al llegar a la cueva, se encontraron con un enorme dragón de escamas verdes y ojos dorados, que parecía estar muy triste.
- ¿Por qué lloras, dragón? -preguntó Valentina con curiosidad-.
- Nadie quiere jugar conmigo. Todos me temen por mi apariencia -respondió el dragón con un suspiro profundo-.
- Pero no te he visto hacer nada malo. Solo pareces solitario -dijo Rufi, moviendo su cola-.
La princesa decidió que debía ayudar al dragón.
- ¿Te gustaría jugar con nosotros? -ofreció Valentina-.
- ¿De verdad? -susurró el dragón, asombrado-.
- Claro. Te presentaremos a nuestros amigos del bosque -solicitó Rufi, con una gran sonrisa-.
Así, la princesa, el zorro y el dragón comenzaron a jugar juntos. Valentina enseñó al dragón a volar de forma segura, mientras que Rufi organizó una carrera de velocidad.
- ¡Nunca me había sentido tan feliz! -rugió el dragón, riendo-.
- ¡Es genial tener nuevos amigos! -dijo Valentina con alegría-.
Los tres se hicieron inseparables y cada día exploraban nuevos lugares. Sin embargo, en el reino muchos todavía temían al dragón. Un día, cuando Valentina y Rufi estaban jugando en el parque, unos aldeanos aterrorizados gritaron al ver al dragón acercarse.
- ¡Corre, Valentina! ¡Ese monstruo viene hacia nosotros! -gritó uno de ellos-.
- ¡Es nuestro amigo! -respondió Valentina con firmeza, alzando la voz-.
- Pero es un dragón, ¡debes tener cuidado! -replicó un anciano del pueblo-.
Valentina, tomando una profunda respiración, decidió que era el momento de actuar
- ¡Silencio! -dijo con determinación-.
- El dragón no quiere hacernos daño, solo desea ser uno de nosotros. Si lo tratan con amabilidad, verán que es inofensivo -insistió Rufi, lleno de valor-.
Los aldeanos comenzaron a murmurar, dudando entre su miedo y la certeza de Valentina.
- ¿Podrías venir más cerca, dragón? -preguntó Valentina-.
- Claro, pero solo si me prometen no asustarse -respondió el dragón, con miedo-
- Lo prometemos -dijeron todos al unísono-.
El dragón se acercó y, para sorpresa de todos, comenzó a hacer trucos. Lanzó fuego de colores y voló en círculos.
Los aldeanos aplaudieron, y pronto la noticia se esparció por el pueblo.
- Vamos a aceptarte como uno de nosotros -dijo una mujer del pueblo, sonriendo-.
- ¡Gracias! ¡Nunca pensé que esto podría suceder! -dijo el dragón, contento-.
Desde aquel día, Valentina, Rufi y el dragón vivieron muchas aventuras juntos, demostrando que con valentía y amistad, los miedos pueden desvanecerse. El reino aprendió a no juzgar por las apariencias y a abrir su corazón a nuevas amistades. Y así, la princesa valiente y su increíble amigo dragon vivieron felices para siempre.
Y así terminó la historia de cómo una princesa rompió con los prejuicios y demostró que todos merecemos tener un lugar en el mundo, sin importar cómo nos veamos.
FIN.