La Princesa Valiente y los Dragones Coloridos
Había una vez, en un reino lejano llamado Arcoiris, una valiente princesa llamada Sofía. Sofía no era una princesa común; ella soñaba con aventuras, dragones y tesoros escondidos. Cada noche, se asomaba por la ventana de su torre y miraba hacia las colinas susurrando:
"Oh, ¿cuándo vendrá la aventura a buscarme?"
Un día, Sofía escuchó a sus sirvientes hablando en la cocina. Sus murmullos eran sobre unos dragones que habían sido vistos cerca del bosque de la montaña. Sofía sintió que su corazón latía con fuerza. "¡Dragones!" pensó. Aprovechando que su padre, el rey, no estaba en casa, decidió que era el momento de explorar.
Con su capa roja ondeando al viento, Sofía salió del castillo y se adentró en el bosque. Caminó durante horas, siguiendo el sonido de rugidos lejanos. Finalmente, llegó a un claro mágico donde cinco dragones de colores brillantes estaban jugando entre ellos.
Al acercarse, Sofía comprendió que no eran dragones peligrosos, sino criaturas amistosas con grandes alas y escamas que brillaban como piedras preciosas.
"Hola, ¿quiénes son ustedes?" - preguntó Sofía sorprendida.
"¡Somos los Dragones del Arcoiris!" - respondió el dragón rojo, que se llamaba Rubén.
"¿Por qué están aquí?" - inquirió la princesa.
"Venimos a proteger este bosque y a jugar con los niños que se aventuran adentro" - dijo el dragón azul, llamado Lila.
Sofía, entusiasmada, se unió a ellos en su juego. Jugaron carreras, volaron y se deslizaron por las nubes. Pero de repente, un dragón negro lleno de tristeza se acercó. Su nombre era Kubo.
"¿Qué te pasa, Kubo?" - preguntó Sofía preocupado.
"No puedo jugar porque me siento diferente", dijo Kubo con voz temblorosa.
"¿Por ser negro?" - recordó Sofía, "Yo siempre he creído que la verdadera belleza está en la diversidad. Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales".
Los otros dragones asintieron, incluso algunos comenzaron a acercarse a Kubo.
"¡Sí, Kubo! ¡Únete a nosotros!" - gritaron en coro.
Kubo sonrió por primera vez y, lentamente, se unió al grupo. Jugaron todos juntos hasta que el sol comenzó a ponerse.
"Debo regresar al castillo antes de que mi padre se preocupe" - dijo Sofía.
"¿Podemos volar contigo?" - preguntó Lila.
"¡Claro!" - exclamó la princesa emocionada.
Los dragones alzaron el vuelo y juntos volaron hacia el castillo. Desde las alturas, Sofía miró su reino y entendió que había encontrado amigos únicos que la acompañarían en sus aventuras.
Al llegar al castillo, Sofía se despidió.
"Recuerden que siempre serán bienvenidos aquí" - les dijo.
"Gracias, Sofía. ¡Eres la mejor amiga que podríamos tener!" - rugieron los dragones.
Y así, cada vez que Sofía quería jugar, se aventuraba al bosque y pasaba tiempo con sus amigos dragones, aprendiendo que la amistad y la aceptación son los más valorados tesoros.
Desde entonces, Sofía no solo fue una princesa valiente, sino también una embajadora de la diversidad en su reino, mostrando a todos que en las diferencias se encuentra la verdadera magia de la vida.
FIN.