La princesa Violeta y el poder del amor



Había una vez una princesa llamada Violeta que vivía con su papá, el rey Felipe, en un hermoso castillo en el reino de Floridania.

Aunque la princesa tenía todo lo que podía desear, había algo que le faltaba: su mamá. Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Violeta encontró a un hada muy especial llamada Luna. Luna era pequeña y brillante, con cabello plateado y alas multicolores.

La princesa se acercó a ella emocionada y preguntó:- ¡Hola hadita! ¿Eres real? ¿Puedes conceder deseos? Luna sonrió y asintió con la cabeza. - ¡Sí, soy real! Y puedo conceder deseos siempre y cuando sean buenos para ti y para los demás.

¿Qué es lo que más deseas? Violeta suspiró tristemente. - Lo que más deseo es tener a mi mamá aquí con nosotros. Me encantaría conocerla y pasar tiempo juntas como una familia. El hada Luna miró comprensivamente a la princesa.

- Entiendo tu deseo, querida Violeta. Pero hay veces en las que no podemos tener exactamente lo que queremos. Sin embargo, eso no significa que no puedas encontrar felicidad en otras formas. Violeta frunció el ceño confundida.

- ¿A qué te refieres? ¿Cómo puedo ser feliz sin mi mamá? Luna se acercó a Violeta y le dijo:- La felicidad está en todas partes si sabes dónde buscarla.

Puedes encontrarla en las risas de tus amigos, en los abrazos de tu papá y en los momentos especiales que compartes con tus seres queridos. A veces, las cosas más importantes están justo frente a nosotros. La princesa reflexionó sobre las palabras del hada y decidió seguir su consejo.

Comenzó a pasar más tiempo con su papá, jugando juegos divertidos y explorando el reino juntos. También se acercó a sus amigos del castillo y disfrutó de tardes llenas de risas y aventuras.

Con el tiempo, Violeta se dio cuenta de que aunque no tenía a su mamá físicamente presente, tenía mucho amor en su vida. Se sintió agradecida por todo lo que tenía y aprendió a valorar cada momento especial.

Un día, mientras paseaba por el bosque encantado cerca del castillo, Violeta encontró un hermoso espejo mágico. El espejo hablaba y le dijo:- Princesa Violeta, has demostrado ser valiente y sabia al encontrar la felicidad en tu corazón. Como recompensa por tu bondad, te concederé un deseo.

Violeta sonrió emocionada y pensó detenidamente en su deseo. Finalmente, decidió pedir algo que beneficiara a todos en el reino.

- Querido espejo mágico, mi deseo es que todos los niños del reino tengan acceso a una educación de calidad para que puedan aprender y crecer como personas felices e inteligentes. El espejo brilló intensamente y respondió:- Tu deseo será concedido, princesa Violeta. Todos los niños recibirán una educación justa e igualitaria gracias a tu noble petición.

Desde ese día en adelante, el reino de Floridania prosperó y todos los niños tuvieron la oportunidad de aprender y desarrollarse.

Violeta se convirtió en una princesa amada por su sabiduría y generosidad, siempre recordando que la verdadera felicidad está en compartir momentos especiales con aquellos que amamos. Y así, la princesa Violeta comprendió que aunque no tenía a su mamá físicamente presente, tenía un padre amoroso y un reino lleno de personas dispuestas a cuidarla.

Aprendió que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas y que el amor puede crear magia incluso en los momentos más difíciles.

FIN.

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