La Princesa Violeta y el Poder del Amor Propio



Había una vez en un reino muy lejano, una hermosa princesa llamada Violeta. Lo más sorprendente de ella era que su piel era de un color morado brillante, algo completamente inusual en el mundo de los cuentos de hadas.

Violeta vivía en un majestuoso castillo junto a sus padres, el Rey y la Reina. A pesar de ser diferente al resto, la princesa siempre había sido feliz y amada por todos en el reino.

Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Violeta encontró a una mariposa herida. Sin pensarlo dos veces, decidió llevarla a su habitación para cuidarla y curar sus alas dañadas.

La mariposa se recuperó rápidamente gracias a los cuidados amorosos de la princesa. En gratitud, la pequeña criatura le concedió un deseo especial: "Princesita Violeta, como muestra de mi agradecimiento quiero otorgarte un don único".

Violeta emocionada preguntó: "¿Qué tipo de don?", y la mariposa respondió: "A partir de ahora podrás cambiar el color de tu piel cuando lo desees". Desde aquel día, cada mañana Violeta se levantaba con ganas de experimentar nuevos colores en su piel.

Se volvía verde como las hojas del bosque o azul como el cielo despejado. Su alegría era contagiosa y pronto todo el reino comenzó a admirar su belleza única. Sin embargo, no todos estaban felices con esta nueva habilidad.

La malvada bruja Malicia estaba celosa del cariño que recibía Violeta y decidió hacerle una maldición. "Princesa Violeta, nunca más podrás volver a tu color morado", susurró la bruja en un oscuro rincón del castillo.

Al día siguiente, cuando Violeta intentó cambiar su piel al color morado, descubrió con tristeza que no podía hacerlo. Llorando, corrió a buscar ayuda de sus padres y les contó lo que había ocurrido.

La Reina, con lágrimas en los ojos, le dijo: "Hija mía, el verdadero valor y belleza no se encuentran en el exterior, sino en el interior. Tu color de piel es solo una parte de ti, pero lo que realmente importa es tu bondad y amor hacia los demás".

Violeta comprendió las palabras de su madre y decidió enfrentar la maldición con valentía. Se propuso demostrarle al reino entero que su valor no dependía del color de su piel. Con ingenio y creatividad, Violeta comenzó a realizar actos de bondad por todo el reino.

Ayudaba a los más necesitados, enseñaba a los niños sobre la importancia del respeto y cuidado del medio ambiente e incluso organizaba eventos para recolectar alimentos para los animales abandonados.

Poco a poco, la princesa fue ganándose el cariño y admiración de todos nuevamente. La malvada bruja Malicia se sintió derrotada al ver cómo el amor y la generosidad de Violeta habían vencido su maldición. Finalmente, llegó el día en que Malicia desapareció del reino para siempre.

Y aunque Violeta seguía sin poder cambiar su piel al color morado como antes, eso ya no le importaba. Sabía que su verdadera belleza residía en su corazón y en las acciones positivas que realizaba cada día.

Desde entonces, Violeta se convirtió en un símbolo de esperanza y valentía para todos los habitantes del reino. Y aunque su historia fuera contada por generaciones, siempre sería recordada como la princesa morada que enseñó al mundo el verdadero significado de la belleza interior.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!