La Princesa Xiomara y su Perro Peluchín
Érase una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Xiomara. Era una niña curiosa y llena de energía que siempre soñaba con nuevas aventuras. Tenía un mejor amigo, un perro de peluche llamado Peluchín, al que llevaba a todas partes. Peluchín no era un perro cualquiera; siempre parecía tener ideas geniales y ayudar a Xiomara a resolver los problemas que se presentaban.
Un día, mientras jugaban en el jardín de palacio, Xiomara escuchó un murmullo proveniente del bosque que limitaba con el reino.
"- ¿Escuchaste eso, Peluchín?" -preguntó Xiomara con ojos grandes de sorpresa.
"- Sí, Xiomara. ¿Qué puede ser?" -respondió su amigo de peluche.
Sin pensarlo dos veces, la princesa decidió explorar el bosque.
"- ¡Vamos, Peluchín! ¡Aventuras nos esperan!" -exclamó con alegría, y juntos se adentraron en el bosque.
Mientras caminaban, descubrieron un sendero cubierto de flores de colores brillantes. Xiomara recogió unas cuantas para hacer un ramo. De repente, oyó sollozos que provenían de detrás de unos arbustos.
"- ¡Qué raro!", -dijo la princesa con preocupación.
Se acercó y encontró a una pequeña hada sentada en una roca, con lágrimas en los ojos.
"- ¿Qué te sucede, pequeña hada?" -preguntó Xiomara.
"- He perdido mi varita mágica y sin ella, no puedo volar ni ayudar a los demás" -sollozó el hada.
Xiomara miró a Peluchín y, sin dudarlo, le dijo al hada:
"- ¡Nosotros te ayudaremos! ¿Dónde la perdiste?"
"- Cerca del arroyo, pero es muy peligroso ir allí, hay muchas ramas y piedras" -respondió el hada, con un tintineo de esperanza en su voz.
Xiomara y Peluchín comenzaron su búsqueda, enfrentando diversos obstáculos. Saltaron sobre piedras y esquivaron ramas. En un momento, se resbalaron y cayeron en un pequeño charco. Xiomara se rió a carcajadas, mientras Peluchín, aunque de peluche, parecía que también disfrutaba del momento.
"- Esto es un desafío, pero nada puede detenernos" -dijo la princesa con determinación.
Finalmente, al llegar a un claro cerca del arroyo, vieron brillar algo entre las piedras. Era la varita mágica del hada.
"- ¡La encontramos!" -gritó Xiomara, señalando la varita.
Sin embargo, cuando se acercaron a recogerla, un grupo de traviesos duendes apareció, ocultándola con sus risas.
"- ¡No pueden llevársela!" -dijo uno de los duendes, burlón.
"- Pero necesitamos ayudar a nuestra amiga" -replicó Xiomara, sintiéndose un poco desanimada.
"- Solo habrá una manera de tenerla de vuelta: ¡díganos un chiste!" -dijo otro duende, sonriendo traviesamente.
Xiomara pensó por un momento, y recordó un chiste que su madre le había contado alguna vez.
"- ¿Cuál es el colmo de un electricista? ¡No encontrar su corriente!" -dijo, haciendo reír a todos los duendes.
Los duendes se rieron tanto que decidieron devolver la varita mágica, admirando la valentía y el sentido del humor de la princesa.
"- ¡Toma! Eres realmente divertida. Aquí tienes la varita" -dijo uno de los duendes, entregándola a Xiomara.
Xiomara estaba radiante. "- ¡Gracias, amigos!" -dijo mientras el hada se acercaba emocionada.
Con la varita en mano, el hada agradeció a la princesa y a Peluchín.
"- ¿Puedo otorgarles un deseo por su gran ayuda?" -preguntó el hada, con una sonrisa.
"- Yo deseo que siempre tengamos aventuras juntos", -dijo Xiomara.
"- Y que nunca perdamos la amistad" -añadió Peluchín, aunque solo era un perro de peluche.
El hada sonrió y agitando su varita mágica, dijo: "- ¡Así será!" Luego, voló alto por el cielo y despareció entre las nubes, dejando un destello de luz.
Juntos, Xiomara y Peluchín regresaron al palacio, con corazones llenos de alegría y recuerdos de una aventura inolvidable. Aprendieron que con valentía, humor y amistad, podían enfrentar cualquier desafío que se presentara. Y así, siguieron explorando el mundo juntos, siempre listos para nuevas emociones.
Fin.
FIN.