La Princesa y el Bicho Verde
Era un hermoso día en el reino de Florencia, donde la princesa Valentina solía pasear por el bosque. Una mañana, mientras exploraba su rincón favorito, se topó con algo que nunca había visto antes: un pequeño bicho verde, brillante como una esmeralda, que parecía estar atrapado entre las hojas. Valentina, intrigada pero un poco asustada, dio un paso atrás y gritó:
- ¡Ay! ¿Qué es eso?
El bicho, al darse cuenta de que la princesa lo miraba, la miró con sus ojos grandes y curiosos.
- ¡Hola! ¡No te asustes! Soy Gino, el bicho verde, y estoy aquí para pedir ayuda.
Valentina se quedó boquiabierta. Nunca había escuchado a un bicho hablar.
- ¿Tú... me hablas? ¿Por qué necesitas ayuda?
- Estaba jugando con mis amigos y caí en este lío. No puedo volver a volar porque me lastimé una ala. Pero no eres una princesa cualquiera, eres Valentina, y he oído que tienes un gran corazón.
La princesa, aunque estaba un poco asustada, sintió curiosidad por Gino.
- Bueno, ¿qué puedo hacer para ayudar?
- Necesito que me ayudes a salir de aquí. Si me ayudas, te prometo que te llevaré a un lugar mágico que nunca has visto.
Valentina dudó un momento. Pero su corazón le decía que ayudar a los demás siempre es lo correcto. Así que se acercó al bicho.
- Está bien, Gino. Te ayudaré.
Con mucho cuidado, Valentina sujetó con suavidad al pequeño bicho verde y lo liberó de las hojas entrelazadas. Gino, agradecido, empezó a volar alrededor de la princesa.
- ¡Gracias, Valentina! Ahora puedo llevarte al lugar mágico. Pero antes, tengo que contarte algo. En este bosque, también hay otros bichos que no son tan amigables.
Valentina frunció el ceño, asustada de nuevo.
- ¿Qué quieres decir?
- Hay algunos bichos que buscan problemas. Pero no te preocupes, si vamos juntos, nada puede asustarnos. A veces, las cosas que más nos asustan son solo malentendidos.
Decidida a no dejarse llevar por el miedo, Valentina asintió y siguió a Gino. Atravesaron un sendero lleno de flores brillantes y árboles altos, hasta que llegaron a un claro mágico, lleno de luces de colores y risas de otros bichos.
- ¡Bienvenida al Jardín de los Amigos! - dijo Gino orgulloso.
Allí, Valentina conoció a muchos otros bichos, cada uno con su historia.
- Ven, vamos a jugar - le dijo uno de ellos, una mariposa de mil colores, mientras daba un giro elegante.
Mientras jugaban, Valentina se dio cuenta de que, aunque los bichos al principio le parecían extraños y aterradores, en realidad eran amigables y divertidos. Ella se dio cuenta de que sus miedos habían sido infundados por lo desconocido.
- ¡Chicos! - gritó Gino -. La princesa Valentina nos enseñará a ser menos asustadizos.
Valentina sonrió y se sintió feliz de poder enseñarles sobre el valor de la amistad y la confianza. Juntos, decidieron hacer un juego donde cada bicho demostraría sus talentos. La mariposa realizó acrobacias, los escarabajos compitieron en carreras y Valentina bailó con una belleza que iluminó el lugar.
En un momento, un bicho más grande y animal apareció en el jardín. Todos los bichos se asustaron y comenzaron a correr, pero Valentina tomó una respiración profunda y se acercó al nuevo visitante.
- ¿Quién eres? - preguntó Valentina.
- Soy Maxi, el bicho animal. Vine a ver qué pasaba, pero me asusté de que no me aceptaran.
Valentina sonrió y citó su lema: “A veces las cosas que más nos asustan son solo malentendidos”.
- Te invitamos a jugar con nosotros. - dijo.
Maxi se sorprendió, pero sonrió. En poco tiempo, todos estaban disfrutando juntos, y el miedo se había convertido en alegría. Cuando fue la hora de regresar a casa, Valentina se despidió de sus nuevos amigos.
- Gracias, Gino. Aprendí que debemos ser valientes y siempre intentar entender a los demás.
- ¡Y yo aprendí que a veces un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia! - dijo Gino.
Valentina regresó al castillo, llena de nuevas experiencias y con una nueva lección aprendida. Nunca volvería a ver los miedos de la misma manera, y prometió volver al bosque a visitar a sus amigos bichos.
Y así, la princesa Valentina se convirtió en un símbolo de valentía y amistad en su reino, recordando siempre que la curiosidad y la compasión pueden vencer cualquier temor.
FIN.