La princesa y el dragón de la amistad



Había una vez en el reino de Fantasilandia, un pueblo que vivía aterrorizado por la presencia de un feroz dragón. Este dragón era gigantesco y lanzaba fuego por su boca, lo que hacía temblar a todos los habitantes.

El rey del lugar estaba muy preocupado, ya que ninguna de las estrategias que habían intentado había funcionado para derrotar al terrible dragón. Los valientes caballeros no lograban hacerle frente y cada vez el miedo se apoderaba más del pueblo.

Sin embargo, en ese mismo reino vivía una princesa llamada Laune. Ella era diferente a las demás princesas: le gustaba jugar con espadas y siempre buscaba aventuras emocionantes.

Cuando Laune se enteró del problema del pueblo, decidió tomar cartas en el asunto. Laune sabía que no podía enfrentarse al dragón directamente como los caballeros, pero tenía una idea brillante en mente. Se dirigió al mercado y compró la canasta más grande que pudo encontrar.

Luego, llenó la cesta con una variedad de frutas frescas y dulces deliciosos. Con la canasta llena hasta el tope, Laune se acercó al escondite secreto del dragón.

El corazón le latía rápido de emoción y nerviosismo mientras avanzaba sigilosamente hacia él. Cuando llegó al lugar donde el dragón descansaba tranquilamente, Laune dio un paso adelante y dijo con voz firme: "¡Dragón! He venido a ofrecerte esta canasta llena de frutas y dulces para calmar tu ira".

El dragón levantó su cabeza sorprendido y miró fijamente a Laune. Nunca antes le habían ofrecido algo tan delicioso y apetitoso. Sin embargo, también era desconfiado, debido a todas las malas experiencias que había tenido con los humanos.

"¿Por qué debería confiar en ti?", preguntó el dragón con su voz profunda y ronca. Laune sonrió y respondió: "Porque no quiero hacerte daño. Solo quiero ayudarte a encontrar la paz.

Has estado asustando al pueblo durante mucho tiempo, pero creo que podemos encontrar una solución pacífica". El dragón reflexionó por un momento mientras observaba la canasta de frutas y dulces tentadores. Finalmente, decidió darle una oportunidad a Laune. "Muy bien, princesa.

Acepto tu oferta", dijo el dragón con cautela. Laune se acercó lentamente al dragón y colocó la canasta frente a él. El olor de las frutas frescas llenaba el aire mientras el dragón comenzaba a comer con entusiasmo.

Pasaron los días y el dragón dejó de atemorizar al pueblo gracias a la amistad que había establecido con Laune. Juntos, compartieron momentos divertidos e incluso organizaron fiestas para celebrar su nueva amistad.

El rey y todos los habitantes del reino estaban asombrados por lo que Laune había logrado hacer. Se dieron cuenta de que no siempre es necesario recurrir a la violencia para resolver problemas y que muchas veces una buena acción puede cambiarlo todo.

A partir de ese día, el reino de Fantasilandia vivió en armonía gracias al valor y astucia de la princesa Laune. Todos aprendieron que, incluso frente a las situaciones más difíciles, siempre hay una manera pacífica de resolver los problemas.

Y así, la historia de Laune y el dragón se convirtió en un cuento inspirador para todos los niños del reino, recordándoles que no importa lo grande o aterrador que sea un problema, siempre hay una solución si nos acercamos con amor y comprensión.

FIN.

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