La princesa y el dragón unidos



Había una vez en un lejano reino una hermosa princesa llamada Laune. Tenía el pelo largo de color marrón y rosa, y siempre se lo peinaba con forma de trenzas adornadas con flores, hojas y lazos.

Laune era muy amiga de todos los habitantes del reino, especialmente de los animales que vivían en el bosque cercano. Pero había un problema: un temible dragón robaba la merienda a sus amigos todas las tardes.

Esto entristecía mucho a la princesa, ya que no soportaba ver a sus seres queridos tristes o asustados. Un día, Laune decidió enfrentarse al dragón para poner fin a su malvado comportamiento.

Pensó en una idea brillante: llevarle una cesta llena de frutas deliciosas y dulces apetitosos. Estaba segura de que si el dragón tenía suficiente comida sabrosa, ya no sentiría la necesidad de robarles a sus amigos.

Entonces, Laune se dirigió al mercado del pueblo y compró las frutas más frescas y jugosas que pudo encontrar. Luego pasó horas cocinando dulces exquisitos como galletas, tortas y chocolates. Con su cesta llena hasta el borde, la valiente princesa se adentró en el bosque donde vivía el dragón.

Sabía que debía tener cuidado para no alarmarlo ni hacerlo enfadar. Cuando llegó al escondite del dragón, lo encontró descansando bajo un árbol enorme. El animal estaba sorprendido por la presencia de Laune pero no parecía amenazador.

- ¡Hola! - saludó Laune con una sonrisa. El dragón levantó la cabeza y miró a la princesa con curiosidad. - Soy Laune, la princesa del reino. He venido a hablar contigo - dijo ella con amabilidad.

El dragón parecía confundido y dejó escapar un pequeño rugido. - Veo que has estado robando la merienda de mis amigos. Pero no necesitas hacerlo, porque hoy te he traído una cesta llena de frutas y dulces deliciosos - continuó Laune mientras mostraba su regalo al dragón.

El animal se acercó lentamente a oler los alimentos. Parecía cauteloso pero también intrigado por lo que veía. Laune extendió su mano hacia el dragón para mostrarle que no tenía intenciones malas.

El animal le olfateó la mano y luego comenzó a comer las frutas y los dulces con gusto. Pronto, su rostro reflejaba satisfacción en lugar de hambre voraz.

La princesa estaba feliz de ver cómo el dragón disfrutaba de su comida sin necesidad de robarla a sus amigos. Se sentaron juntos bajo el árbol y compartieron un momento especial lleno de paz y comprensión mutua. Desde aquel día, el dragón nunca volvió a molestar a los habitantes del reino ni a robarles sus meriendas.

La amistad entre Laune y el dragón creció cada vez más fuerte, convirtiéndose en una alianza inquebrantable para proteger al bosque y todos sus habitantes.

Y así, gracias al amor, la paciencia y la generosidad de la valiente princesa, el reino vivió en armonía y felicidad para siempre. Laune demostró que con pequeños actos de bondad se pueden lograr grandes cambios y transformar a los enemigos en amigos. Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!