La princesa y el dragón valiente
Había una vez un reino lejano donde vivían dragones y princesas. Los dragones eran seres temidos por todos, ya que se decía que devoraban a los habitantes del reino.
Por otro lado, las princesas eran admiradas por su belleza y valentía. Un día, la princesa Mariana decidió enfrentarse a los dragones para demostrar que no eran tan malos como decían. Así que tomó sus armas y partió hacia el territorio de los dragones.
Cuando llegó al territorio de los dragones, se encontró con un pequeño dragón llamado Fuego. Este era diferente a los demás dragones, ya que no era agresivo ni comía personas.
Fuego le explicó a la princesa que ellos solo atacaban cuando alguien invadía su territorio o les hacía daño. Mariana se dio cuenta de que había juzgado mal a los dragones y decidió ayudarlos a conseguir comida sin tener que atacar al reino humano.
Junto con Fuego, idearon un plan para cultivar alimentos en el territorio de los dragones. Pero cuando estaban trabajando en el campo, apareció el malvado mago Oscuro quien quería acabar con todos los habitantes del reino incluyendo a Mariana y Fuego.
La princesa luchó contra él pero fue capturada junto con el pequeño dragoncito. En la mazmorra donde estaban prisioneros, conocieron al último sobreviviente de una tribu antigua: El sabio Anciano Roca quien tenía poderes especiales capaces de derrotar al mago Oscuro.
"Princesita ¿Qué te trae por aquí?" preguntó Anciano Roca. "Vine a ayudar a Fuego y a los demás dragones, pero el malvado mago Oscuro nos capturó" respondió Mariana con voz temblorosa.
"No te preocupes joven valiente, yo tengo un plan para derrotar al mago Oscuro. Pero necesito tu ayuda" dijo Anciano Roca. Juntos lograron escapar de la mazmorra y se dirigieron hacia el castillo del mago Oscuro. Allí, tuvieron que luchar contra sus secuaces antes de enfrentarse al mismísimo mago.
Pero gracias a la astucia de Fuego y la sabiduría de Anciano Roca, lograron vencer al malvado mago y liberar al reino del miedo que les había causado por tanto tiempo.
A partir de ese día, los dragones y los humanos vivieron en paz y armonía. La princesa Mariana aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien sin conocerlo primero. Y así terminó esta aventura de dragones y princesas.
FIN.