La Princesa y el Esqueleto Amistoso



Era una vez en un reino mágico, una dulce princesa llamada Sofía. Sofía era conocida por su curiosidad insaciable y su amor por las aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al castillo, se encontró con la entrada de una cueva misteriosa. Sin pensarlo dos veces, decidió entrar. La luz del sol se desvaneció detrás de ella y la penumbra la rodeó.

Al poco tiempo de caminar por la cueva, un escalofrío recorrió su espalda. Se detuvo en seco cuando vio algo que la hizo gritar: un esqueleto estaba apoyado contra la pared.

"¡Ay, qué miedo!" - dijo Sofía, con su corazón latiendo a mil por hora. "¿Quién habrás sido tú?"

El esqueleto comenzó a moverse y, para su sorpresa, le dijo:

"¡Hola! No tengas miedo, soy Rocco, el Esqueleto Amistoso. Estoy aquí atrapado desde hace mucho tiempo."

Sofía, aún temerosa pero fascinada, se acercó con cautela.

"¿Atrapado? ¿Por qué no sales de aquí?" - preguntó.

"Porque perdí mi mapa, y sin él, no sé cómo salir de esta cueva. ¿Serías tan amable de ayudarme a buscarlo?"

Sofía pensó por un momento. Podía volver al castillo y evitar cualquier riesgo, ¡pero la idea de ayudar a Rocco la llenó de valentía!"Claro que sí, Rocco. ¡Vamos a buscar tu mapa!"

Juntos, comenzaron a explorar la cueva. Rocco, a pesar de ser un esqueleto, era un gran guía, contando historias divertidas de su vida. Sofía se reía a carcajadas mientras él señalaba estalactitas brillantes y formaciones rocosas fantásticas.

"Mirá esas formaciones, son como el Reino de los Dulces, donde vivía antes de quedarme atrapado aquí" - decía Rocco, haciendo gestos caricaturescos.

Después de un rato de búsqueda y diversión, llegaron a una enorme sala. En el centro, había un altar antiguo cubierto de polvo.

"¡Ah! Creo que mi mapa podría estar ahí!" - exclamó Rocco emocionado.

Mientras se acercaban al altar, Sofía notó algo curioso. Unos grabados en la pared parecían ser letras antiguas.

"Espera, Rocco. Creo que estas letras cuentan una historia. Dice que solo aquellos que son valientes y comparten amistades verdaderas pueden encontrar lo que buscan."

"¿Pero qué tiene que ver eso con mi mapa?" - preguntó Rocco.

"Tal vez necesitamos demostrar que somos verdaderos amigos. ¿Qué te parece si hacemos un trato? Si encontramos el mapa juntos, prometemos ayudarnos mutuamente siempre que lo necesitemos."

Rocco se quedó pensativo.

"¡Me parece una gran idea! Pero, ¿cómo lo hacemos?"

"¡Danzaremos!" - respondió Sofía, haciendo una pirueta.

"¿Danzar? ¿Yo?" - Rocco se mostró dudoso.

"Sí, vamos, ¡es solo por diversión!"

Entonces, Sofía comenzó a girar, y poco a poco Rocco se unió a ella, moviendo sus extremidades con gracia. En medio de su baile y risas, un destello de luz atrapó su atención.

Al mirar hacia el altar, vio un objeto brillar: ¡era el mapa! Atraídos por la luz, Sofía y Rocco se acercaron rápidamente.

"¡Lo encontramos!" - gritaron al unísono, llenos de felicidad.

Con el mapa en sus manos, Rocco estaba tan emocionado que abrazó a Sofía, haciendo que ambos rieran juntos.

"¡Ya puedo salir de aquí! ¡Gracias, Sofía!"

"No, gracias a vos, Rocco. Me enseñaste que la verdadera valentía no es solo no tener miedo, sino también ayudar a otros en sus momentos de necesidad."

Juntos, salieron de la cueva, y a partir de ese día, Sofía y Rocco se hicieron amigos inseparables. Rocco cumplió su promesa de siempre ayudar a Sofía cuando lo necesitara, mientras que ella juró visitar a su nuevo amigo en la cueva siempre que tuviera tiempo. La aventura también les enseñó a compartir, disfrutar de la amistad y descubrir que, a veces, lo más inesperado puede resultar ser una experiencia inolvidable.

FIN.

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