La princesa y el hechicero



Había una vez en un reino muy lejano, una princesa llamada Mia. Era una niña dulce y amable, pero tenía una madre que no aprobaba su amistad con Mateo, el hechicero del reino.

La mamá de la princesa creía que los hechiceros eran peligrosos y no quería que su hija se relacionara con ellos. Mia siempre había sentido curiosidad por la magia y le encantaba escuchar las historias de Mateo sobre sus aventuras mágicas.

Pero cada vez que intentaba acercarse a él, su madre lo impedía. Un día, mientras Mia estaba paseando por el jardín del castillo, vio a Mateo escondido detrás de unos arbustos.

Se acercó sigilosamente y le susurró:"Mateo, quiero ser tu amiga, pero mi mamá no me deja. "Mateo miró triste a la princesa y respondió: "Princesa Mia, yo también quisiera ser tu amigo, pero entiendo las preocupaciones de tu madre.

"Mia pensó durante un momento y luego dijo decidida: "¡Voy a encontrar una forma de convencer a mi mamá! No puedo dejar que sus miedos nos impidan ser amigos. "Decidida a cambiar la opinión de su madre sobre los hechiceros, Mia comenzó a investigar sobre la magia.

Leyó libros antiguos en la biblioteca del castillo y habló con otros habitantes del reino para aprender más sobre el tema. Un día descubrió un antiguo cuento sobre dos amigos inseparables: una princesa humana y un hechicero mágico.

En el cuento, su amistad ayudaba a resolver problemas y hacer del reino un lugar mejor. Mia emocionada, decidió contarle el cuento a su mamá.

Se acercó tímidamente y le dijo: "Mamá, encontré un cuento sobre una princesa y un hechicero que eran amigos inseparables. Juntos lograban grandes cosas y ayudaban a mucha gente. Creo que Mateo podría ser mi amigo igualmente bueno. "La mamá de Mia escuchó atentamente el cuento y luego sonrió.

Comprendió que no todos los hechiceros eran malvados como pensaba. "Hija mía, tal vez me equivoqué al juzgar a Mateo sin conocerlo realmente. Si crees que puede ser tu verdadero amigo, entonces te apoyo.

"Mia saltó de alegría y corrió hacia Mateo para contarle la buena noticia. Desde ese día, Mia y Mateo se convirtieron en los mejores amigos del reino. Juntos utilizaron la magia para traer felicidad a las personas necesitadas, curar enfermos con pociones mágicas e incluso organizar fiestas sorpresa para celebrar cumpleaños.

La amistad entre Mia y Mateo demostró que los prejuicios no deben impedirnos conocer a alguien realmente. A veces, solo necesitamos darles una oportunidad para descubrir lo maravillosos que pueden ser.

Y así, Mia aprendió una valiosa lección sobre la importancia de aceptar a las personas por lo que son en lugar de juzgarlas por su apariencia o habilidades especiales. Fin

FIN.

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