La Princesa y el Misterio del Palacio



Era una hermosa mañana en el reino de Florandia. La princesa Valeria, con su vestido rosa y su corona de flores, decidió que era el día perfecto para explorar el antiguo palacio que se alzaba en el centro del jardín real. Con ella, iba su leal perro negro, llamado Sombra, que siempre la acompañaba en sus aventuras.

"¿Estás listo para una nueva aventura, Sombra?" -dijo Valeria, acariciando la cabeza de su amigo.

"Guau!" -respondió Sombra, moviendo su cola emocionado.

La princesa subió la gran escalera de mármol, que había estado cubierta de polvo durante años. Los escalones eran altos y anchos, y Valeria sentía que cada paso la acercaba a la historia de su reino. Al llegar a la entrada, empujó la gran puerta de madera, que se abrió con un crujido.

Dentro del palacio, el aire olía a antigüedad y misterio. Las paredes estaban adornadas con hermosos retratos de antiguos reyes y reinas, pero algo llamó la atención de Valeria: un gran cuadro de una princesa que tenía un extraño parecido con ella, aunque vestía ropa de épocas pasadas.

"¿Qué pensás, Sombra?" -preguntó Valeria, mirando el retrato.

"Guau, guau!" -pareció responder Sombra, acudiendo curiosamente al cuadro.

Intrigada, Valeria se acercó al cuadro. De repente, una pequeña puerta secreta en la pared se abrió con un suave chirrido, dejando escapar una luz dorada. La princesa, llena de curiosidad, miró a Sombra.

"Vamos a ver qué hay ahí, amigo. ¡Es una aventura!" -exclamó.

Valeria y Sombra entraron en la habitación secreta, que estaba llena de libros antiguos, mapas y objetos mágicos. En el centro, había una mesa con un gran libro que tenía una cubierta de cuero desgastada y un candil encendido al lado.

"Este libro se ve muy interesante…" -murmuró Valeria, abriendo el libro con cuidado.

El libro parecía contar la historia del reino y de sus antiguas princesas, pero había una parte del texto que estaba borroso. Valeria frunció el ceño.

"¿Cómo podría entenderlo mejor, Sombra?" -preguntó.

Sombra se acercó al candil y, al mover su pata, ¡una chispa lanzó un destello! El texto borroso comenzó a brillar y las palabras se volvieron legibles:

"Para desvelar los misterios, deberás ser valiente y noble, una verdadera amiga de los que te rodean."

Valeria sonrió, sabiendo que siempre había tratado de ser una buena amiga y líder en su reino.

"¡Debemos encontrar a alguien que necesite ayuda!" -dijo Valeria emocionada.

Con Sombra al lado, la princesa salió del palacio y comenzó a explorar el jardín. De repente, escucharon llorar a alguien. Siguiendo el sonido, encontraron a una pequeña niña sentada bajo un árbol, con la cabeza entre las manos.

"Hola, ¿por qué llorás?" -preguntó Valeria, acercándose con gentileza.

La niña levantó la mirada.

"Me perdí de mi casa y no sé cómo volver…" -sollozó.

Valeria recordó las palabras del libro: ser valiente y noble.

"No te preocupes, te ayudaré a volver a casa. ¿Sabés en qué dirección está tu casa?" -dijo la princesa.

La niña asintió.

"Sí, en la colina cerca del río. Pero tengo miedo de los caminos oscuros y solitarios."

"No te preocupes, Sombra y yo estaremos contigo. Vamos juntos, a la aventura!" -exclamó Valeria, sonriendo.

Así, Valeria, Sombra y la niña se pusieron en marcha. A medida que atravesaban los senderos del jardín, encontraron obstáculos: un arroyo, un pequeño desnivel y un camino cubierto de ramas.

"¡Vamos a saltar sobre el arroyo!" -dijo Valeria, y así lo hicieron.

"Ahora vamos a agarrar las ramas y despejar el camino. ¡Tú puedes hacerlo!" -encouraged Valeria a la niña.

Poco a poco, la niña comenzó a ganar confianza, y su miedo fue desapareciendo. Finalmente, llegaron a la colina.

"¡Mirá! Allí está mi casa!" -gritó la niña felizmente.

Valeria sonrió mientras la niña corría hacia su hogar. La madre de la niña salió corriendo al verla.

"¡Gracias, princesa! ¡Eres un verdadero héroe!" -dijo la madre, agradecida.

Valeria se sintió orgullosa y Sombra ladró alegremente.

"No fue solo yo, fue nuestro trabajo en equipo!" -dijo Valeria.

Después de despedirse, la princesa y su perro regresaron al palacio. Al atravesar la puerta secreta, Valeria sonrió nuevamente.

"Hoy descubrí que ser una princesa no se trata solo de los vestidos o la corona, sino de ayudar a los demás y ser valiente, junto a un gran amigo como vos, Sombra."

Sombra movió su cola alegremente, disfrutando de la aventura y las enseñanzas del día, mientras el sol comenzaba a caer,

llenando el palacio de luces doradas.

Y así, la princesa Valeria siguió aprendiendo que la verdadera magia reside en la bondad y la amistad.

FIN.

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