La Princesa y el Príncipe Valiente
Érase una vez una princesa llamada Sofía y su fiel gato, Lucas, que vivían en una alta torre rodeada de un frondoso bosque. Sofía y Lucas pasaban los días jugando y contando historias, esperando que un valiente héroe viniera a liberarles. Aunque no se quejaban de su suerte, soñaban con la aventura.
Un día, mientras jugaban a las escondidas, Sofía dijo:
"Ojalá apareciera un príncipe valiente para llevarnos lejos de aquí..."
Lucas respondió mientras se estiraba perezosamente:
"Quizás sea un chiste que se cuente en la tierra del reino. Héroes, princesas... todo es tan predecible."
Pero un valiente príncipe llamado Edmund, al escuchar la leyenda de la princesa en la torre, decidió que era el momento de actuar. Sin tardanza, se armó con su espada de papel y su escudo de cartón y emprendió el camino hacia el castillo, sin saber que la aventura que estaba por vivir sería muy diferente de lo que imaginaba.
Al llegar a la torre, se percató de que no había ni una escalera ni un camino que llevara a la azotea.
"¿Qué voy a hacer ahora?" - se preguntó Edmund, frustrado.
En ese momento, Sofía lo vio asomarse por la ventana y, asombrada, le gritó:
"¡Hola! ¡Soy Sofía! ¿Venís a rescatarnos?"
"Sí, claro... pero no veo cómo llegar allí arriba!" - respondió Edmund, mirando la altura con un poco de miedo.
Sofía, con su ingenio, le sugirió:
"Tal vez si tuviéramos una cuerda larga podríamos bajar juntos. Lucas, ¿podrías ayudarnos?"
"Por supuesto, pero necesitaré un ratito para pensar..." - dijo Lucas, estirando su cola.
Así, juntos idearon un plan. Sofía utilizó una manta y las sábanas de la torre para hacer una cuerda larga. Edmund la sujetó firmemente mientras Sofía y Lucas se preparaban para descender.
"¡Uno, dos, tres!" - gritó Sofía y comenzaron a descender por la cuerda improvisada.
Cuando estaban a la mitad del camino, un fuerte viento empezó a soplar y la cuerda se movió de lado a lado.
Edmund, temeroso, exclamó:
"¡Siempre pasan cosas inesperadas! ¿Ahora qué hacemos?"
"Paciencia, amigo, ¡es solo una prueba más!" - respondió Sofía, manteniendo su compostura.
Por suerte, el viento calmó y lograron llegar al suelo sanos y salvos.
"¡Lo hicimos!" - gritaron a coro mientras se abrazaban.
"¡Sí, pero aún tenemos que regresar a casa!" - recordó Lucas, ahora con un aire de líder.
"No te preocupes, yo sé cómo volver al castillo. ¡Sigamos!" - aseguró Sofía, cargando con sus sueños.
Al emprender el camino, se toparon con un río caudaloso.
"¡No hay forma de cruzar esto!" - se quejó Edmund.
"Mirá, hay piedras en el agua. Si nos movemos con cuidado, podemos cruzarlo!" - sugirió Sofía, recordando lo que había aprendido en sus lecturas.
Ambos decidieron seguir su consejo. Edmund se atrevió a dar el primer paso.
"¡Listo! Ahora vos, Sofía, y después Lucas."
Al llegar al otro lado, Edmund exclamó:
"¡Lo logramos! ¡Qué épico!"
Pero al mirar hacia atrás, vieron que Lucas había quedado atrapado en una piedra.
"¡Lucas! No temas, voy a ayudante!" - dijo Edmund, ansioso por rescatarlo. Con mucho cuidado y un poco de valentía, se volvió a meter al agua y, finalmente, rescató al pequeño gato.
Al poco tiempo, llegaron a un claro lleno de flores y un cielo despejado.
"¡Esto es increíble!" - dijo Sofía, saltando de alegría.
"Y pensar que todo empezó con una simple idea de rescate. ¡Gracias por ser valiente, Edmund!"
"No, gracias a vos y a Lucas. Esta aventura no la hubiera podido realizar solo."
Finalmente, se despidieron de su propia aventura. Si bien estaban lejos de la torre, el regreso a casa representaba un nuevo comienzo, donde cada uno de ellos había aprendido sobre el trabajo en equipo y la valentía que se necesita para enfrentar lo inesperado.
Al llegar a su hogar, Sofía, Edmund y Lucas se miraron y sonrieron.
"Siempre habrá nuevas aventuras por vivir, como esta!" - dijo Sofía entusiasmada.
Los tres amigos, con corazones llenos de sueños, se prometieron que siempre tendrían una nueva aventura en su horizonte.
FIN.