La Princesa y el Rey del Bosque Encantado
En un reino lejano, rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, había una encantadora casa de madera, en la que vivía una dulce princesa llamada Luna. Su naturaleza era tan brillante como su nombre, llena de curiosidad y amor por los animales del bosque que la rodeaba.
Un día, mientras exploraba el bosque, Luna escuchó un suave susurro. "¿Quién anda ahí?"- preguntó, adentrándose entre los árboles. Para su sorpresa, encontró a un pequeño ciervo atrapado en unas ramas.
"¡Oh, pobrecito! Déjame ayudarte"-, exclamó Luna, quien con cuidado y ternura logró liberar al ciervo. Este, agradecido, le dijo:
"Soy un mensajero del Rey del Bosque Encantado. Te invito a conocerlo, porque has demostrado un gran corazón"-.
Emocionada, Luna siguió al ciervo, que la llevó a un claro brillante donde se alzaba un majestuoso castillo de flores y piedras preciosas. Allí, conoció al Rey del Bosque, un amable anciano con una larga barba blanca y ojos chispeantes que parecían conocer todos los secretos del mundo.
"Bienvenida, Princesa Luna. He oído hablar de tu bondad y valentía"-, le dijo el Rey. "En mi reino, todos viven en armonía, pero hay un problema. Un dragón ha empezado a asustar a los animales y necesita ayuda"-.
"¡Yo quiero ayudar!"- respondió Luna sin dudar.
El Rey sonrió y le dio un mapa mágico. "Este mapa llevará tu corazón valiente hasta el dragón. Recuerda, no debes enfrentarlo con miedo, sino con amor"-.
Luna se despidió del Rey y se adentró en la montaña, guiada por el mapa. Al llegar a la cueva del dragón, sintió un estremecimiento. El dragón estaba sofocado por su propia ira. A pesar del miedo, Luna se acercó.
"Hola, gran dragón. No quiero pelear. La paz en el bosque está en peligro y creo que necesitas ayuda"- dijo con voz suave.
El dragón, sorprendido, respondió:
"Pero los humanos me han maldecido. Estoy solo y triste"-.
Luna se sentó con él y le habló de los animales que lo temían, no por maldad, sino por el miedo que él mismo había esparcido.
"Soy amiga de muchos seres del bosque. Quizás podrías dejar de asustarlos y encontrar amigos"-, sugirió.
El dragón, conmovido por las palabras de Luna, comenzó a llorar. "Nunca pensé que alguien se preocupara por mí"-.
"Yo creo en ti. Juntos podemos hacer del bosque un lugar de amor y aceptación"-.
Luego de un rato conversando, el dragón aceptó cambiar su forma de actuar. De regreso al castillo del Rey, se presentó como un nuevo guardián del bosque.
Todos los animales, al ver que el dragón era amable y solidario, lo aceptaron. Desde aquel día, el bosque vibraba en armonía.
El Rey, orgulloso de Luna, le dijo:
"Que tu valentía y compasión sean un ejemplo para todos"-.
Luna sonrió. "Si trabajamos juntos, podemos superar cualquier obstáculo"-.
Y así, el bosque encantado floreció, lleno de risas y amistad, gracias a la valentía de una princesa y a su nuevo amigo dragón. Todos aprendieron que el amor puede derribar muros y que la verdad está en la unión.
FIN.