La Princesa y El Sabio del Bosque



Érase una vez en un reino muy lejano, donde vivía una hermosa princesa llamada Ella. Tenía 20 años y su corazón estaba lleno de sueños y deseos por explorar el mundo más allá de los muros del castillo. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, se encontró con un sabio del reino, un hombre de 40 años conocido como el Sabio Samuel.

"¡Hola, joven princesa!", le dijo el Sabio Samuel al verla. "¿Qué busca una princesa en el bosque?"

Ella, sorprendida por la aparición del sabio, le respondió: "Busco aventuras y aprender de los misterios que el mundo me puede ofrecer. Estoy cansada de las normas del castillo. Quiero ser libre."

El Sabio Samuel sonrió y le dijo: "La libertad es maravillosa, pero también conlleva responsabilidades. Debes aprender a ser sabia en tus decisiones. ¿Te gustaría acompañarme en un recorrido por el bosque para aprender algo nuevo de la vida?"

"¡Sí!", exclamó Ella entusiasmada. "¿Qué vamos a hacer?"

Y así, comenzaron su recorrido. Samuel le mostró los árboles milenarios, le enseñó sobre las plantas que curaban o alimentaban, y le habló sobre las estrellas que brillaban en el cielo nocturno. Cada paso que daban, Ella se sentía más cerca de comprender el mundo.

Sin embargo, un día, mientras exploraban cerca de un lago, oyeron un gran estruendo. Unos animales del bosque estaban asustados y corrían en todas direcciones.

"¿Qué sucede?", preguntó Ella con preocupación.

"Algo los está asustando. Necesitamos averiguarlo", respondió Samuel con seriedad.

Ambos se acercaron y descubrieron que un dragón había llegado al bosque. El dragón, asustado y herido, estaba causando caos.

"¡Mira!", dijo Samuel. "No es malo. Está asustado. Necesitamos ayudarlo."

Ella dudaba, pero al ver los ojos tristes del dragón, su corazón se ablandó. "Entonces, hay que calmarlo. ¿Cómo podemos hacerlo?"

"Tendremos que acercarnos con cuidado y ofrecerle algo. Tal vez un poco de comida", sugirió el sabio.

Tras buscar entre sus provisiones, Ella encontró algunas frutas. Se acercaron lentamente al dragón.

"¡Hola, amigo dragón!", comenzó Ella con una voz suave. "No queremos hacerte daño. Ven, prueba estas frutas. Son deliciosas."

El dragón, curioso y aún temeroso, se acercó y probó una fruta. En cuanto lo hizo, sus ojos se iluminaron y comenzó a relajar su cuerpo.

"¡Eso está riquísimo!", rugió el dragón con alegría. "Gracias por ayudarme. Me perdí y me asusté."

"No hay de qué", le respondió Ella sonriendo. "Tú no querías causar problemas. Solo buscabas ayudar."

Con el tiempo, el dragón se convirtió en un amigo del bosque. Ahora, Ella había aprendido no solo sobre la valentía, sino también sobre la empatía y la comprensión.

Tras muchas aventuras con su nuevo amigo y Samuel, Ella volvió al castillo con una nueva misión: usar su posición para enseñar a otros sobre la importancia de ayudar y entender a los que son diferentes.

El tiempo pasó, y la joven princesa comenzó a hacer cambios en su reino, promoviendo la amistad entre diferentes razas, ya fueran dragones, humanos u otras criaturas del bosque.

Al final, cada aventura y cada encuentro le enseñaron a Ella que la verdadera libertad proviene del amor y respeto hacia los demás, y que cada ser, sin importar su apariencia o historia, tiene un valor enorme.

Y así, en ese reino lejano, vivieron juntos en paz y amistad, celebrando sus diferencias y aprendiendo unos de otros cada día.

FIN.

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