La Princesa y la Bruja del Bosque



En un reino lejano, rodeado de espesas brumas y árboles gigantes, había un bosque que la gente temía. En su interior, vivía una bruja llamada Morfina, conocida por sus hechizos y pócimas. Pero pocos sabían que en su cabaña, escondida entre las sombras, mantenía prisionera a la hermosa princesa Elena, del reino vecino.

Un día, mientras jugaba cerca del bosque, un valiente niño llamado Tomás escuchó a la princesa llorar. Con su corazón lleno de valentía, decidió adentrarse en el bosque. Se acercó a la cabaña y vio a la princesa asomándose por la ventana.

"¡Hola, princesa! ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Tomás.

"Estoy atrapada por la bruja Morfina. Si tan solo alguien pudiera ayudarme..." - respondió Elena, con ojos llenos de esperanza.

Tomás se sintió decidido. "Voy a liberarte, no te preocupes. Solo necesito pensar en un plan."

El niño pensó que lo mejor sería hablar con la bruja. Así que, con valentía, se acercó a la cabaña y tocó la puerta. Morfina abrió, sorprendida de ver a un niño tan pequeño.

"¿Qué haces aquí, mocoso?" - preguntó la bruja con voz temible.

"He venido a hablarte. La princesa necesita ser liberada. Tú no puedes mantenerla aquí por siempre. Su reino la extraña."

La bruja frunció el ceño. "¿Y por qué me importaría eso? Nadie quiere ser amiga de una bruja."

"Pero tal vez te sientas sola. Quizás, si trabajamos juntos, podríamos encontrar una forma de que la princesa regrese a su reino y, a la vez, tú podrías no estar sola."

Morfina quedó pensativa. "Nunca había pensado en eso."

Tomás continuó "¿Qué tal si hacemos un trato? Te ayudo a preparar un gran banquete para el día en que la princesa regrese. Así la gente del reino podrá ver que no eres mala, y podrías hacer nuevos amigos."

La bruja sonrió levemente. "Eso suena interesante. Pero, ¿cómo puedo confiar en ti?"

"Podemos hacer un trato. Te prometo que si no te gusta el resultado, podrás mantenerme aquí como tu ayudante. Pero si resulta bien, me liberas a la princesa." - propuso Tomás.

La bruja aceptó, y juntos comenzaron a trabajar. En los días siguientes, Tomás y Morfina se convirtieron en un gran equipo. Prepararon postres encantados, prepararon ensaladas de flores y prepararon el banquete más colorido que el bosque hubiera visto jamás. Mientras cocinaban, Tomás le contó a Morfina sobre su vida en el pueblo, sus amigos y su familia. Morfina, que siempre había sido vista como la villana, comenzó a abrirse y compartir cuentos de su vida en la juventud.

Así, el día del banquete llegó. Todos los habitantes del reino estaban invitados. La princesa Elena fue liberada y llegó al bosque, rodeada de emoción y alegría. Morfina, temerosa pero esperanzada, miraba desde su cabaña. Cuando todos comenzaron a probar la comida, una familia se acercó a ella.

"Hola, señora bruja, su comida es deliciosa. ¿Por qué nunca nos había contado lo que podía hacer?" - dijo un niño, asombrado.

Morfina, sorprendida por la interacción, se acercó. "Porque nunca creí que quisieran conocerme. Siempre pensé que la gente me tenía miedo."

La madre del niño sonrió. "No tienes que sentirte sola. Todos tenemos algo bueno que ofrecer. Siempre podemos ser amigos."

Y en ese momento, Morfina comprendió que la verdadera magia no estaba en los hechizos o en las pócimas, sino en la amistad y el amor. Desde aquel día, la bruja y Tomás ayudaron a construir puentes entre los dos reinos, y la princesa Elena se convirtió en una gran amiga de Morfina. Juntos, hicieron del bosque un lugar lleno de risas y magia, donde la gente ya no temía, sino que celebraba.

Y así, el bosque dejó de ser un lugar oscuro, convirtiéndose en un rincón de alegría, donde la bruja, el niño y la princesa se volvieron los mejores amigos, recordando siempre que a veces, lo que más asusta, es solo una posibilidad de amistad que está esperando ser descubierta.

FIN.

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