La princesa y la cereza envenenada


Érase una vez en un lejano reino, vivía una princesa muy valiente llamada Valentina. Ella habitaba en un hermoso castillo mágico, donde la alegría y la bondad reinaban.

Un día, la malvada bruja Circe lanzó un hechizo sobre una cereza, convirtiéndola en una fruta envenenada. La cereza fue llevada al castillo y, tentada por su aspecto brillante, la princesa Valentina la probó sin saber del peligro que corría. Al instante, cayó desplomada al suelo, sumida en un profundo sueño.

Los médicos del reino intentaron curarla sin éxito, por lo que el rey, desesperado, anunció que aquel que lograra traer el antídoto para despertar a la princesa recibiría una gran recompensa. Muchos valientes se presentaron, pero ninguno pudo encontrar la cura.

Hasta que un humilde aldeano llamado Juan, con un corazón valiente y determinado, se propuso buscar la única planta en el bosque mágico capaz de revertir el hechizo.

Pasó por mil peligros, superó obstáculos y desafió a criaturas mágicas, pero finalmente encontró la planta y preparó el antídoto. El rey, agradecido, administró el antídoto a la princesa, quien despertó al instante.

Desde ese día, la valentía de Juan y la princesa Valentina enseñaron al reino sobre el valor, la bondad y el coraje, convirtiéndose en un ejemplo para todos.

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