La Princesa y la Pared Mágica



Era una vez, en un reino encantado, una princesa llamada Camila. Camila se pasaba los días sentada en su sillón de princesa, que estaba cubierto de purpurina rosa, mirando por la ventana de su castillo. Un día, mientras soñaba despierta, notó algo muy extraño. Una enorme pared, brillante como un cristal, había aparecido de repente, rodeando su castillo y bloqueando la entrada.

"¡Qué extraño!" - exclamó. "¿Por qué hay una pared gigante en el reino?"

La pared no solo era gigante, sino que también parecía tener vida propia. A medida que se acercaba a la ventana, la pared comenzó a relucir en diferentes colores.

"¡Hola, Princesa Camila!" - dijo la pared con una voz suave y melodiosa. "Soy la Pared Mágica. He venido para protegerte, pero también para preguntarte algo esencial. ¿Qué es lo que realmente deseas?"

Camila nunca había hablado con una pared, pero la curiosidad la llevó a responder.

"Quiero ser libre, quiero explorar el mundo más allá de este castillo y conocer a la gente de mi reino" - confesó.

La Pared Mágica la miró con ternura y dijo:

"Si quieres ser libre, deberás demostrarme tu valentía y compasión. Ellos que vienen a buscarte no son príncipes ni guerreros, son habitantes de tu propio reino. Ellos necesitan tu ayuda. ¿Que harás?"

Camila se dio cuenta de que no había considerdo a su gente ni las dificultades que podían estar atravesando. Antes de que pudiera pensar demasiado, escuchó voces fuera del castillo. Eran cuatro hombres, que parecían estar discutendo.

"¿Por qué la princesa no sale a vernos?" - decía uno de ellos. "Necesitamos su ayuda para arreglar el puente que conecta a nuestra aldea. Sin él, no podemos comerciar con la ciudad."

"Es verdad, la princesa siempre ha querido ayudar a su pueblo. Seguramente está asustada" - añadió otro.

Camila, golpeada por la idea de que su gente la necesitaba, decidió que no podía quedarse sentada en su sillón de purpurina.

"¡Pared Mágica!" - gritó con determinación. "Déjame salir para ayudar a mis amigos. Sé que juntos podemos encontrar una solución."

La pared resplandeció y, con un suave movimiento, creó una abertura que le permitió salir. Camila corrió hacia la salida y se encontró frente a los cuatro hombres.

"¡Hola, amigos!" - dijo sonriendo. "¿Qué ha sucedido con el puente? Estoy aquí para ayudarles."

Los hombres se miraron entre sí y, al ver la determinación en los ojos de la princesa, se sintieron aliviados.

"¡Gracias, Princesa Camila!" - gritó uno de ellos. "El tronco que hace de puente se rompió en la última tormenta. Si pudieras ayudarnos a construir uno nuevo, volveríamos a estar conectados."

Camila se reunió con ellos y, juntos, comenzaron a planear la construcción del nuevo puente. Pronto llegaron más aldeanos que ofrecieron su ayuda.

El espíritu de colaboración creció y la princesa se dio cuenta de que la unidad y la amistad eran mucho más valiosas que cualquier cosa que pudiera pasar en su castillo.

Después de varios días de trabajo en equipo, el nuevo puente fue un éxito.

"¡Miren lo que hemos logrado juntos!" - exclamó Camila, llena de alegría. "Este puente no solo conecta nuestros pueblos, sino que también nos une en amistad y colaboración."

La Pared Mágica apareció nuevamente, brillando intensamente.

"Princesa Camila, has demostrado tu valentía y tu amor por tu pueblo. Eres digna de ser una verdadera líder. ¡El mundo te está esperando!"

Desde entonces, la princesa nunca volvió a estar encerrada en su castillo. Recorría el reino, ayudando a los demás y aprendiendo siempre de su gente. Y así, el castillo se convirtió en un lugar de encuentro para todos, donde la amistad y la alegría florecieron, mientras que la Pared Mágica, desde su lugar, vigilaba y sonreía.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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