La Princesa y las Tres Brujas



En el corazón de un reino encantado, rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una princesa llamada Sofía. Era conocida por su sonrisa brillante y su amor por la naturaleza. Sin embargo, el reino estaba bajo la sombra de un misterio: tres brujas, que se decían eran malvadas y vivían en un bosque espeso. Todos los días, los habitantes del reino advertían a sus hijos sobre el peligro de acercarse a aquel lugar. Pero Sofía era diferente. Ella era curiosa y valiente.

Un día, mientras paseaba por los prados, se encontró con un pequeño conejo que parecía muy preocupado.

- ¿Qué te pasa, lindo conejo? - preguntó Sofía.

- ¡Ay, princesa! Las brujas han encantado el bosque y roban la alegría de todos los animales. Se están volviendo cada vez más poderosas -exclamó el conejo con un suspiro.

Sofía decidió hacer algo al respecto. Con el corazón lleno de valor, se adentró en el bosque a explorar. A medida que caminaba, notó que todo se volvía sombrío y silencioso. Al poco rato, se encontró con las tres brujas, cada una más aterradora que la anterior.

- ¿Qué hace una niña como tú en nuestro bosque? - dijo la bruja mayor, con una voz profunda.

- He venido a liberar a los animales atrapados por su maldad - respondió Sofía, levantando la mirada desafiante.

Las brujas se miraron entre sí, sorprendidas por la audacia de la princesa.

- ¡Ja! ¿Y cómo piensas hacerlo? - se burló la segunda bruja.

Sofía pensó rápidamente y recordó las historias que su abuela le había contado sobre la importancia de la bondad y el amor.

- Puedo ofrecerles un trato. Si me enseñan sobre su magia, les mostraré que la alegría y la amistad son mucho más poderosas que la maldad - sugirió Sofía con alegría.

Las brujas, intrigadas, aceptaron el desafío. Así que comenzó un insólito trato: cada vez que Sofía aprendía un nuevo hechizo de ellas, les mostraba un acto de bondad. Durante semanas, la princesa daba de comer a los animales heridos, ayudaba a las flores a crecer y siempre sonreía, incluso en los momentos más oscuros.

Con cada acto de bondad, las brujas comenzaban a cambiar. Ellas mismas tenían recuerdos de cuando eran felices, de cuando la risa llenaba sus días. Cierto día, mientras observaban la transformación del bosque, la bruja mayor dijo:

- Nunca sentimos tanto amor como ahora. ¿Por qué no lo habíamos visto antes?

Así, las brujas, al darse cuenta de que la tristeza no les hacía bien, decidieron renunciar a sus caminos oscuros. En vez de usar su magia para mal, comenzaron a realizar hechizos de alegría. Con cada nuevo hechizo, el bosque florecía y la felicidad volvía a los corazones de todos.

Por su parte, Sofía había demostrado que a veces, la comprensión y el amor pueden cambiar a quienes parecen perdidos. Al final, las brujas se convirtieron en aliadas del reino. Juntas organizaron fiestas, crearon jardines mágicos y ayudaron a los habitantes del reino a cuidar de la naturaleza.

Un año después, el bosque se había transformado en un lugar de alegría y celebración. Sofía había aprendido que incluso en los lugares más oscuros puede crecer la luz, y sobre todo, que la bondad siempre debe prevalecer.

Y así, el reino vivió feliz, recordando la lección que la valiente princesa Sofía les había enseñado: jamás juzgar a alguien por su aspecto, porque todos pueden encontrar su propósito en el amor y la amistad.

FIN.

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