La princesa y sus amigos inesperados
Había una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Laura. Era conocida por su dulzura, su belleza y, lamentablemente, por tener un gran miedo a las criaturas del bosque: las ratas, las arañas y los murciélagos. Un día, la curiosidad la llevó a aventurarse más allá de los límites del castillo. Se perdió en un espeso bosque, lleno de sombras y sonidos extraños.
Mientras intentaba encontrar el camino de regreso, un grupo de orcos apareció de la nada. Con su gran fuerza, la raptaron y la llevaron a su guarida, donde la encerraron en una celda oscura y húmeda.
"¿Qué vamos a cenar hoy?" - dijo uno de los orcos, relamiéndose.
"¡Una princessa!" - respondieron los demás, riendo con ganas.
Laura se sentó en un rincón de la celda, llorando. Todo parecía perdido. Pero de repente, notó algo moverse en la esquina. Era una araña, que se acercó lentamente.
"Hola, princesa. No temas, soy Aracnita, tu amiga. ¿Por qué lloras?" - le preguntó la araña con voz suave.
"¡Porque me atraparon! Y ¡me dan miedo las arañas!" - sollozó Laura.
"Entiendo tu miedo, pero no todos somos malos. Yo solo quiero ayudarte" - dijo Aracnita.
Entonces, una rata con orejas grandes apareció detrás de Aracnita.
"Hola, soy Rati. No tienes por qué tener miedo de mí, tampoco. ¿Puedo ofrecerte un poquito de queso?" - dijo, sonriendo.
"Pero... ¡eres una rata!" - exclamó Laura, tratando de no asustarse.
"Soy solo una rata amiga, y estoy aquí para ayudarte a salir de aquí" - respondió Rati, con una mirada comprensiva.
De pronto, un murciélago pequeño voló alrededor.
"Y yo soy Murci, el murciélago. ¿Qué necesitas para liberar a la princesa?" - gritó entusiasmado.
"¡No puedo creer que esté hablando con una araña, una rata y un murciélago! Pero necesito salir de aquí antes que esos orcos regresen" - dijo Laura, sintiendo un poco de esperanza.
Los tres amigos se pusieron a trabajar en equipo. Aracnita tejió una soga con su hilo, mientras Rati buscaba un agujero por donde escapar. Murci, que podía volar, vigilaba el pasillo en busca de orcos.
"¡Aquí!" - gritó Rati, señalando un pequeño túnel bajo la celda. "Es por aquí. ¡Rápido!"
"Vamos, yo primero" - dijo Aracnita, arrastrándose. Luego siguió Rati, y por último, Laura.
Lograron salir con éxito. Ya en el bosque, Laura se dio cuenta de que el miedo a las criaturas había comenzado a desaparecer. Al ver a sus nuevos amigos, entendía que eran valientes y buenos.
"Gracias, amigos. Sin ustedes, no lo habría logrado" - dijo Laura agradecida.
"Siempre estaremos aquí para ayudarte" - contestó Aracnita.
"Y ahora, ¿quieren que te acompañemos a casa?" - preguntó Rati.
"Sí, por favor, ¡los invitaré a una fiesta en el castillo!" - exclamó Laura emocionada.
Y así, Laura regresó al castillo con sus nuevos amigos. Aprendió que no se puede juzgar a las criaturas por su aspecto, y que el coraje y la amistad pueden superar cualquier miedo. Desde ese día, en el reino se celebró una gran fiesta donde todos, incluidos Aracnita, Rati y Murci, eran bienvenidos. Laura nunca más tuvo miedo de las criaturas del bosque, pues entendió que la amistad y el amor pueden encontrarse en los lugares más inesperados.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.