La programadora curiosa


Jesica era una niña curiosa y siempre estaba buscando aprender cosas nuevas. Un día, mientras navegaba en internet, se topó con un video de programación de computadoras que le llamó mucho la atención.

- ¡Wow! Esto es increíble -pensó Jesica-. Quiero aprender a hacer esto. Así que decidió investigar más sobre el tema y descubrió que había un hombre llamado Juan que era un experto en informática y vivía cerca de su casa.

Sin pensarlo dos veces, Jesica se acercó a él para pedirle ayuda. - Hola Juan, mi nombre es Jesica y me encantaría aprender todo lo que sabes sobre programación.

¿Podrías enseñarme? Juan se sorprendió por la petición de la niña, pero también se sintió halagado por su interés en su trabajo. - Claro, Jesica. Me encanta compartir mis conocimientos con personas interesadas como tú -respondió Juan amablemente. De esa manera comenzaron las clases de programación entre Jesica y Juan.

Cada semana ella iba a su casa para aprender más sobre el mundo de la informática. Pero no todo fue fácil para ella al principio. - No entiendo nada -se lamentaba Jesica cuando no lograba entender algún concepto nuevo-.

Creo que soy muy tonta para esto. Pero Juan siempre estaba ahí para ayudarla a superar sus dificultades y motivarla a seguir adelante. - No eres tonta, solo necesitas practicar más -le decía-.

La programación puede ser difícil al principio, pero si sigues intentándolo eventualmente lo entenderás todo perfectamente. Con el tiempo, las habilidades de Jesica fueron mejorando gracias al apoyo y la guía de Juan.

Ella se sentía cada vez más segura y emocionada por todo lo que estaba aprendiendo. Un día, mientras trabajaban en un proyecto juntos, Jesica se dio cuenta de que sentía algo especial por Juan. No sabía si era amor o simplemente admiración, pero sí sabía que quería expresarle sus sentimientos.

- Juan, quiero decirte algo -dijo tímidamente-. No sé cómo explicarlo bien, pero siento algo muy fuerte cuando estoy contigo. Creo que me gusta mucho estar a tu lado. Juan sonrió con ternura ante las palabras de Jesica.

- Eso es muy lindo de tu parte, Jesica. Me alegra saber que disfrutas aprendiendo conmigo. Pero debes entender que yo soy mucho mayor que tú y no puedo corresponderte de esa manera.

Jesica se sintió triste al escuchar eso, pero también comprendió lo importante que era seguir adelante sin importar los obstáculos o las decepciones. - Lo entiendo perfectamente, Juan -dijo ella con una sonrisa-. Gracias por enseñarme tanto y ayudarme a ser mejor en lo que hago.

Siempre te estaré agradecida por todo lo que has hecho por mí. Y así fue como Jesica aprendió no solo sobre programación sino también sobre el valor del esfuerzo, la perseverancia y el respeto hacia los demás.

Aunque su corazón nunca dejó de latir fuerte por Juan, ella supo encontrar la felicidad en otras cosas importantes como su familia, amigos y pasatiempos favoritos.

Y siempre recordaría con cariño aquellos días llenos de aventuras informáticas junto a su gran amigo Juan.

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