La Promesa de los Dos Jardines



Érase una vez, en una ciudad llena de flores y magia, había dos jardines que pertenecían a dos familias muy distintas: los Rosales y los Lirios. Aunque los Rosales eran conocidos por sus bellas espinas y saludables flores rojas, los Lirios eran famosos por sus suaves pétalos blancos que iluminaban el lugar.

Un día, dos niños, Lía de la familia de los Rosales y Tomás de la familia de los Lirios, se encontraron en el borde de los jardines. Lía estaba cuidando su rosa favorita, mientras que Tomás trataba de atrapar unos gentilitos que revoloteaban en su jardín.

"Hola, yo soy Lía. ¿Qué haces por aquí?" -dijo Lía, sonriendo.

"¡Hola! Soy Tomás. Solo estoy jugando. Las mariposas son mágicas, ¿no crees?" -respondió Tomás, sonriendo de vuelta.

A pesar de que sus familias no se llevaban bien, los niños formaron una hermosa amistad, y comenzaron a verse en secreto todos los días en la cerca que separaba los jardines. Hablaron de sus sueños, y Lía le contó a Tomás sobre cómo deseaba que sus jardines pudieran unirse en uno solo.

"Imaginá, un jardín donde las rosas y los lirios crezcan juntos, todos felices" -dijo Lía con una mirada soñadora.

"¡Eso sería increíble! Pero las familias nunca lo aceptarían. Han peleado por años" -respondió Tomás, con preocupación.

Sin embargo, su deseo de unir los jardines se hizo más fuerte. Un día, decidieron hacer un plan. Buscarían la forma de hacer una fiesta en el lugar donde se encontraban, invitando a todos los vecinos, incluyendo a sus familias. Creyeron que si los vecinos veían lo bonito que sería tener una gran celebración juntos, las familias cambiarían de opinión.

"¿Y si hacemos una competencia de jardines? Podemos mostrarles lo mejor de cada uno y unirlos en una gran fiesta" -propuso Lía.

"¡Eso es genial! Aquí, en medio de los dos jardines, podemos crear un hermoso espacio" -exclamó Tomás, entusiasmado.

Empezaron a trabajar con todas sus fuerzas. Con la ayuda de algunos amigos, adornaron el lugar con guirnaldas de flores y luces brillantes. Pronto, el día de la competencia llegó. Los vecinos comenzaron a llegar, y también las dos familias. Todos estaban curiosos, pero un poco tensos al mismo tiempo.

"¿Por qué deberíamos unirnos? Nuestra familia tiene las mejores flores" -dijo un miembro de la familia de los Rosales.

"¡No es solo por las flores! ¡Es por la amistad!" -exclamó Tomás, sintiendo un nudo en la garganta.

En el transcurso del evento, mientras los niños mostraban cómo las rosas y los lirios podían crecer juntos, algo extraordinario sucedió. Un grupo de mariposas, atraídas por las flores, comenzó a volar alrededor de los dos jardines, creando un espectáculo maravilloso. Todos los presentes se quedaron maravillados por la belleza de los colores y la armonía entre ambos tipos de flores.

"Miren eso, ¡es divino!" -gritó uno de los vecinos.

"Nunca había visto algo así antes" -comentó otro, dejando entrever una sonrisa.

Esta hermosa vista hizo que las familias comenzaran a mirar la competencia desde otra perspectiva. Al final de la competencia, Lía y Tomás, tomados de la mano, se acercaron a ambos grupos.

"No necesitamos competir. ¡Podemos unir nuestras fuerzas y crear algo aún más hermoso!" -dijo Lía.

"¡Hay suficiente espacio para todos!" -añadió Tomás, con una gran emoción en su voz.

Después de un instante de silencio, los padres miraron hacia los jardines, luego a sus hijos, y por fin se dieron cuenta de que la verdadera belleza estaba en la unión. Con lágrimas en los ojos, decidieron dejar de lado sus diferencias.

Así, la fiesta se convirtió en una celebración de amistad y armonía. Con el tiempo, los jardines de los Rosales y los Lirios se unieron en uno solo, creando el Jardín de la Amistad, donde todos fueron bienvenidos y donde las espinas y los pétalos suaves aprendieron a crecer juntos en paz.

Aquella amistad, nacida en medio de los roces y las rivalidades, se convirtió en un hermoso legado que perduró por generaciones. Y así, Lía y Tomás demostraron que con amor, dedicación y un poco de valentía, se pueden superar las diferencias y hacer florecer la amistad.

Fin.

FIN.

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