La Promesa del Castillo
En un encantador castillo en Teruel, vivían dos amigos inseparables: Diego e Isabel. Pasaban sus días explorando los rincones del castillo, creando historias y compartiendo risas.
Un día soleado, Diego se acercó a Isabel con una mirada de emoción.
"Isabel, ¡tengo una noticia! Voy a ir en busca del misterioso Tesoro del Bosque Encantado."
"¿El Tesoro del Bosque Encantado?" - preguntó Isabel, con asombro en sus ojos. "¿No es peligroso?"
"Sí, puede serlo, pero prometo que regresaré. No quiero que te sientas sola aquí. Espero volver con historias increíbles para contarte."
"Entonces te espero, Diego. Pero cuídate mucho y recuerda nuestra promesa."
Diego se despidió de su amiga, con la promesa de regresar. Se adentró en el bosque, donde encontró criaturas mágicas, ríos cantarines y desafíos emocionantes. A medida que pasaban los días, Diego vivía aventuras inolvidables, pero no podía dejar de pensar en Isabel. La promesa de volver a verla lo mantenía firme en su corazón.
Mientras tanto, Isabel exploraba el castillo y sus alrededores. Todos los días miraba hacia el horizonte, esperando ver a Diego regresar. Hacía una pequeña merienda en su honor y contaba historias a la luna, como si él estuviera allí escuchando.
Un día, mientras Isabel estaba en el jardín del castillo, atenta a cualquier señal, vio algo en la distancia. Era una figura corriendo hacia ella.
"¡Diego!" - gritó, llenándose de emoción.
Diego llegó, cubierto de hojas y sonriendo como siempre.
"¡Isabel! Prometí que volvería, ¿no?"
Isabel corrió a abrazarlo, feliz de tenerlo de regreso.
"Estaba tan preocupada. Contame sobre tu aventura."
Diego se sentó junto a ella y comenzó a contarle sobre las criaturas que había encontrado, los desafíos que había superado y, sobre todo, la necesidad de cumplir con su promesa.
"Fue una gran aventura, pero lo más importante es que siempre estuviste en mi mente. Sin tu apoyo, no hubiera podido hacerlo. ¿Recuerdas lo que dijiste sobre cuidar de las promesas?"
"Sí, lo recuerdo. ¡Las promesas son sagradas!" - dijo Isabel con una sonrisa.
Los amigos rieron juntos y decidieron hacer una fiesta en el castillo para celebrar la amistad y el regreso de Diego.
Invitaron a todos los animales del bosque, y pronto el castillo se llenó de música, risas y magia.
Desde ese día, cada vez que Diego y Isabel exploraban el castillo o el bosque, se recordaban lo importante que es cuidar de las promesas y siempre estar allí el uno para el otro, sin importar la distancia.
Y así, entre risas y sueños, los dos amigos continuaron creando historias juntos, con la certeza de que, mientras se cuiden mutuamente, siempre encontrarían el camino de regreso el uno al otro.
FIN.