La protección de la Virgen María


En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, la lluvia era una constante durante la temporada de invierno. Las calles se inundaban y algunos vecinos temían por posibles deslizamientos de tierra. Sin embargo, la gente de Villa Esperanza confiaba en la protección de la Virgen María. El cobijo de su manto les brindaba tranquilidad en medio de la tormenta. La fe en la Virgen María los llenaba de esperanza y les daba fuerzas para enfrentar cualquier desafío.

- ¿Crees que la lluvia cause problemas esta vez, abuela? - preguntó Nicolás, un niño curioso y preocupado por la situación.

- No te preocupes, mi querido Nicolás. La Virgen María nos protege siempre. Solo debemos confiar en su amor y estar preparados para ayudar a quienes lo necesiten - respondió la abuela, con una sonrisa tranquilizadora.

Un día, la lluvia se intensificó, y comenzaron a escucharse truenos. Nicolás y su abuela se apresuraron a cerrar bien puertas y ventanas de su humilde casa. De repente, un estruendo hizo temblar el suelo. Todos salieron a la calle para ver qué ocurría. Una gran bola de tierra y piedras se deslizaba desde la montaña hacia el pueblo. La gente entró en pánico.

- ¡Corran a refugiarse! - gritó la abuela, tomando de la mano a Nicolás.

La bola de tierra se acercaba rápidamente, pero de repente, algo asombroso sucedió. Un rayo de luz atravesó las densas nubes y una figura luminosa se materializó sobre el pueblo. Era la Virgen María extendiendo su manto sobre Villa Esperanza. La bola de tierra se detuvo inexplicablemente.

- ¡Mira, abuela, la Virgen nos está protegiendo! - exclamó Nicolás, con los ojos llenos de asombro.

- Sí, Nicolás. La fe mueve montañas, o en este caso, detiene deslizamientos. La Virgen María nunca nos abandona. Debemos estar agradecidos y continuar ayudando a quienes lo necesiten. Recuerda, la fe siempre nos brinda esperanza en los momentos más oscuros - dijo la abuela con emoción.

La noticia del inexplicable milagro se difundió por todo el pueblo. La fe y la esperanza se fortalecieron en cada corazón de Villa Esperanza. A partir de ese día, la gente estaba más unida que nunca y se ayudaban mutuamente con amor y solidaridad.

Desde entonces, cada vez que la lluvia amenazaba con desatar un desastre, los habitantes de Villa Esperanza recordaban el milagro de la protección de la Virgen María, renovando su fe y compromiso de cuidar y proteger a su comunidad.

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