La protección del conejito



Había una vez en un bosque encantado, lleno de árboles altos y frondosos, un hada llamada Luna. Luna era conocida por su bondad y su habilidad para ayudar a los animales del bosque en apuros.

Un día, mientras volaba entre las ramas de los árboles, Luna escuchó un llanto proveniente de lo profundo del bosque. Curiosa, se dirigió hacia el sonido y encontró a un pequeño conejito atrapado en una red dejada por unos cazadores furtivos.

"¡Oh no! ¿Qué le pasó a este pobre conejito?" -exclamó Luna al acercarse. El conejito miró con tristeza a Luna y le contó cómo había caído en la trampa mientras jugaba desprevenido.

Sin dudarlo, Luna sacó su varita mágica y con un movimiento rápido liberó al conejito de la red. "¡Gracias, hada Luna! ¡Eres mi heroína!" -dijo el conejito saltando de alegría. Luna sonrió y le dijo al conejito que siempre estaría allí para ayudar a quienes lo necesitaran.

El pequeño animal le contó sobre otros problemas en el bosque: árboles enfermos que necesitaban curación, arroyos contaminados que precisaban limpieza y animales asustados por la presencia de seres humanos cerca del bosque.

Decidida a hacer algo al respecto, Luna convocó una reunión con todos los habitantes del bosque: hadas, duendes, animales grandes y pequeños. Les explicó la importancia de cuidar el bosque y trabajar juntos para protegerlo.

"¡Vamos a limpiar los arroyos! ¡A curar los árboles enfermos! ¡A mantener seguros nuestros hogares!" -dijo Luna con determinación. Todos asintieron emocionados ante la idea de trabajar juntos por el bienestar del lugar que amaban tanto.

Durante días y noches trabajaron incansablemente: las hadas sanaban los árboles con sus polvos mágicos, los duendes purificaban los arroyos con sus hechizos especiales y los animales colaboraban recolectando basura dejada por humanos descuidados. Con el esfuerzo conjunto de todos, el bosque comenzó a recuperar su esplendor perdido.

Los colores volvieron a brillar más intensamente, el aire se llenó de frescura y la paz reinaba nuevamente en cada rincón.

Cada año celebraban una fiesta en honor a la valentía y generosidad de Luna, quien se convirtió en la protectora oficial del bosque encantado. Los cuentos sobre sus hazañas se transmitían de generación en generación como ejemplo de solidaridad y amor por la naturaleza.

Y así fue como gracias al trabajo en equipo y la determinación de una valiente hada llamada Luna, el bosque encantado floreció más hermoso que nunca antes. Y colorín colorado... este cuento ha terminado.

FIN.

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