La Prueba de las Brujas Amigas


Había una vez tres amigas inseparables llamadas Magoya, Cachabacha y Ana Laura Chupita. Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con un viejo hechicero que las miró fijamente y les dijo: "¿Quieren ser brujas?".

Las chicas, emocionadas por la idea de tener poderes mágicos, aceptaron sin pensarlo dos veces. Pero lo que no sabían era que el hechicero tenía un plan malvado para ellas.

Al instante, las chicas sintieron una extraña sensación en sus cuerpos y cuando se miraron entre sí, se dieron cuenta de que ahora tenían sombreros puntiagudos y escobas voladoras. Habían sido convertidas en brujas.

El viejo hechicero les explicó que si querían volver a ser humanas tenían que superar tres pruebas muy difíciles para obtener la cura en su castillo encantado. Magoya, Cachabacha y Ana Laura Chupita aceptaron el desafío sin miedo alguno.

La primera prueba consistía en encontrar una llave dorada escondida en el fondo del lago más profundo del bosque. Las chicas volaron hacia el lago en sus escobas y rápidamente comenzaron a bucear hasta llegar al fondo.

Allí encontraron la llave dorada pero también descubrieron algo sorprendente: un grupo de peces hablando entre ellos como si fueran personas. "¡Hola! ¿Qué hacen aquí?", preguntó Magoya curiosa. "Estamos atrapados bajo un hechizo", respondió el pez líder. "¿Cómo podemos ayudarlos?", preguntó Cachabacha.

"Deben encontrar la varita mágica del hechicero que nos convirtió en peces", explicó el pez. Las chicas tomaron la llave dorada y se dirigieron al castillo del hechicero. Al llegar, se encontraron con la segunda prueba: una puerta cerrada con un candado muy resistente.

Magoya intentó abrirlo con la llave pero no funcionó. Fue entonces cuando Ana Laura Chupita recordó lo que los peces habían dicho y propuso buscar la varita mágica del hechicero para desbloquear la puerta.

Después de mucho buscar, las chicas finalmente encontraron la varita y abrieron la puerta. Pero aún quedaba una última prueba: enfrentarse al hechicero en persona. El viejo hechicero apareció ante ellas y les dijo que si querían obtener la cura debían vencerlo en un duelo de magia.

Las chicas sabían que no podían ganarle usando solo sus poderes así que idearon un plan ingenioso. Magoya distrajo al hechicero mientras Cachabacha le quitaba su sombrero de mago donde guardaba su verdadera fuente de poder.

Sin su sombrero, el viejo hechicero perdió todo su poder y las chicas pudieron recuperar su forma humana gracias a él. Agradecidas por haber superado todas las pruebas juntas, Magoya, Cachabacha y Ana Laura Chupita regresaron a casa más unidas que nunca.

Aprendieron una valiosa lección sobre el trabajo en equipo y cómo enfrentar los obstáculos juntos puede ser mucho más fácil de lo que parece.

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