La prueba de los duendes perdidos



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Estudio, un grupo de alumnos de segundo bachiller que se perdieron en el bosque durante una excursión escolar. Los chicos se llamaban Juani, Martín, Sofi y Lucas.

Eran muy diferentes entre sí: Juani era el más estudioso, Martín el más deportista, Sofi la más creativa y Lucas el más divertido. -¡Chicos, tenemos que encontrar la salida del bosque! -exclamó Juani preocupado. -Pero no sé por dónde empezar...

-dijo Martín mirando a su alrededor. -¡Tranquilos! Yo tengo una idea -dijo Sofi sacando su libreta de dibujo-. Podemos dejar pistas en los árboles con dibujos para no perdernos.

Los chicos siguieron el plan de Sofi y comenzaron a dibujar flechas y figuras en los troncos de los árboles para marcar su camino. Sin embargo, después de caminar un rato, se dieron cuenta de que las marcas que habían dejado habían desaparecido misteriosamente.

-¡Esto es extraño! ¿Qué está pasando aquí? -se preguntó Lucas desconcertado. De repente, escucharon risas provenientes detrás de los arbustos. Al acercarse descubrieron a un grupo de duendes traviesos borrando las marcas con sus pinceles mágicos.

-¡Así que ustedes son los responsables de que estemos perdidos! -exclamó Juani molesto. Los duendes rieron y les dijeron que si querían encontrar la salida del bosque debían superar tres pruebas: la prueba del conocimiento, la prueba física y la prueba creativa.

Los chicos aceptaron el desafío decididos a demostrar su valía.

En la primera prueba, Juani respondió correctamente todas las preguntas sobre matemáticas y literatura; Martín corrió rápidamente hasta la cima de una colina; Sofi creó hermosas obras artísticas con hojas secas y ramas; mientras que Lucas hizo reír a todos con sus divertidos chistes y ocurrencias. Al finalizar las pruebas, los duendes felicitaron a los chicos por haber demostrado sus habilidades y les mostraron el camino hacia la salida del bosque.

Antes de partir, les regalaron cuatro piedras brillantes como símbolo de su valentía y amistad. Los alumnos regresaron al pueblo justo a tiempo para presentar su proyecto final ante toda la escuela.

Gracias a lo aprendido durante su aventura en el bosque, lograron trabajar en equipo, potenciar sus fortalezas individuales y superar cualquier obstáculo juntos. Desde ese día, Juani, Martín, Sofi y Lucas se convirtieron en inseparables amigos dispuestos a enfrentar juntos cualquier desafío que se les presentara.

Y cada vez que veían las piedras brillantes recordaban con cariño aquella increíble experiencia que los había unido para siempre.

FIN.

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