La Puchaina que No Hacía Caso
Era una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos de aguas cristalinas, donde vivía una niña llamada Lila. Todos en el pueblo conocían la leyenda de la Puchaina, un espíritu travieso que se decía que ayudaba a aquellos que escuchaban sus consejos. Sin embargo, Lila era muy curiosa y ningún consejo la hacía cambiar de idea.
Un día, mientras exploraba el bosque, Lila encontró una hondonada llena de flores de colores. "¡Qué hermoso es este lugar!"- exclamó, sin pensar en el aviso que le había dado su madre sobre no adentrarse solo en el bosque.
Poco después, sintió una brisa suave y escuchó una voz melodiosa. "Hola, Lila. Soy la Puchaina. He estado observándote. Es muy lindo el lugar, pero ten cuidado con los caminos oscuros"- dijo el espíritu, emergiendo entre las flores.
"No te preocupes, Puchaina. Sé cuidarme sola"- respondió Lila, sintiendo que la advertencia no aplicaba a ella.
Más tarde, mientras recolectaba flores, la curiosidad de Lila la llevó a un camino que nunca había visto antes. Los árboles se volvían más densos y la luz del sol se desvanecía. De repente, se dio cuenta de que se había perdido. "¡Oh no! ¿Qué haré ahora?"- dijo asustada.
"Te lo dije, Lila. Siempre escucha los consejos de quienes te quieren"- apareció la Puchaina, esta vez con un leve tono de preocupación en su voz.
"Yo creía que sabía lo que hacía"- se lamentó Lila. La Puchaina sonrió. "No te preocupes, juntos encontraremos la salida. Solo tienes que confiar en mí"- le dijo.
La Puchaina guió a Lila de vuelta por el camino. Le mostró cómo hay que estar atenta a los sonidos del bosque y a las señales de la naturaleza. "Mira, ahí hay un río. Si escuchas con atención, verás que el agua fluye de manera constante. Es un buen punto de referencia"- le explicó el espíritu.
Mientras caminaban, Lila comenzó a notar cosas que antes no había visto. "Siempre había estado demasiado ocupada pensando en lo que quería hacer, en lugar de poner atención al lugar en donde estaba"- reflexionó.
Finalmente, después de una larga caminata, llegaron a un claro que Lila reconoció. "¡Mirá! Es el lugar donde a menudo juego con mis amigos!"- gritó, llena de alegría.
"Ves, a veces es bueno escuchar a otros y también a uno mismo. Aprendiste una gran lección hoy"- le dijo la Puchaina sonriendo.
Lila se despidió de la Puchaina y prometió ser más atenta en el futuro. Después de ese día, siempre prestó atención a los consejos de su madre y amigos, entendiendo que a veces, las mejores lecciones vienen de aquellos que se preocupan por nosotros.
Así, la leyenda de la Puchaina se seguía contando, no solo como un espíritu travieso, sino como una guía que ayudaba a las niñas y niños a aprender el valor de escuchar y aprender de los demás.
FIN.