La puerta de los sueños



Había una vez tres amigos llamados Tomás, Martina y Lucas, que vivían en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza. Eran inseparables y siempre estaban buscando nuevas aventuras juntos.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano, encontraron un extraño objeto brillante en el suelo. Era una antigua llave de oro con un mensaje grabado que decía: "Esta llave abre la puerta hacia tus sueños más profundos".

Los tres amigos se emocionaron mucho y decidieron seguir las indicaciones del mensaje. Siguiendo las coordenadas escritas en el mensaje, llegaron a una misteriosa puerta escondida entre los árboles.

Con mucha curiosidad e ilusión, Tomás insertó la llave en la cerradura y para su sorpresa, ¡la puerta se abrió! Al cruzar la puerta, se encontraron con un hermoso jardín lleno de flores coloridas y mariposas revoloteando por todas partes. En medio del jardín había un hombre mayor vestido con ropas elegantes.

El hombre les dijo que él era el Demandador de Sueños y que estaba allí para ayudarlos a hacer realidad sus deseos más profundos. Pero había una condición: solo podían pedir algo que fuera importante para ellos mismos y no perjudicara a nadie más.

Martina fue la primera en hablar: "-Quiero ser una gran pintora y compartir mi arte con el mundo", dijo emocionada. Lucas continuó: "-Yo quiero ser futbolista profesional y jugar en los mejores equipos".

Tomás pensó durante unos segundos antes de decir: "-Mi deseo es convertirme en científico para encontrar soluciones a los problemas del medio ambiente". El Demandador de Sueños sonrió y les dijo que sus deseos serían concedidos, pero no sin antes pasar una serie de pruebas para demostrar su determinación y compromiso.

Los tres amigos aceptaron el desafío sin dudarlo y comenzaron a trabajar arduamente en la realización de sus sueños.

Martina tomó clases de pintura, Lucas entrenó todos los días en el campo de fútbol y Tomás se sumergió en libros científicos. Pero las pruebas no fueron fáciles. Martina tuvo momentos de frustración cuando sus pinturas no salían como esperaba, Lucas sufrió algunas lesiones mientras practicaba y Tomás se encontró con obstáculos científicos difíciles de superar.

Sin embargo, cada vez que uno de ellos enfrentaba una dificultad, los otros dos estaban allí para apoyarlo. Se animaban mutuamente, compartían consejos e incluso ayudaban a superar obstáculos juntos.

Después de mucho esfuerzo y perseverancia, llegó el día en que cada uno logró alcanzar su sueño. Martina expuso su arte en una galería reconocida, Lucas fue fichado por un equipo importante y Tomás presentó su investigación sobre energías renovables en una conferencia internacional.

Los tres amigos se sentían extremadamente felices y orgullosos el uno del otro. Habían demostrado que con trabajo duro, determinación y apoyo mutuo podían hacer realidad cualquier sueño.

Regresaron al jardín donde habían conocido al Demandador de Sueños para darle las gracias por haberles dado esa oportunidad única. Sin embargo, descubrieron que la puerta hacia ese lugar mágico ya no estaba. El hombre había cumplido su misión y desaparecido.

Pero los tres amigos sabían que el verdadero poder para hacer realidad sus sueños siempre estuvo dentro de ellos mismos. Habían aprendido a confiar en su propia capacidad y a apoyarse mutuamente en cada paso del camino.

Y así, Tomás, Martina y Lucas continuaron viviendo aventuras juntos, inspirando a otros con sus logros y demostrando que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en sí mismo y trabaja duro para alcanzarlos.

FIN.

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