La puerta del sol y la luna



Había una vez en el reino de los cielos, una puerta mágica que conectaba el día con la noche. Esta puerta no era una puerta común, era la puerta del sol y la luna.

El sol y la luna eran los guardianes de esta puerta y cada uno tenía la importante tarea de abrir y cerrar la puerta para que el día y la noche pudieran alternarse en el mundo.

Un día, el sol y la luna deciden hacer una competencia para ver quién es más importante. -¡Yo soy el más importante! Sin mí, no habría luz ni calor en el mundo. Dijo el sol con orgullo.

-Pero yo también soy esencial, sin mi luz la noche sería oscura y triste. Respondió la luna. La competencia consistiría en ver quién podía iluminar mejor el reino durante un día. El sol iluminaría el día y la luna la noche.

El reino de los cielos se llenó de emoción ante esta competencia inusual. El sol brilló con toda su fuerza durante el día, iluminando cada rincón del reino con su cálido resplandor.

Luego, la luna apareció en el cielo y con su luz plateada iluminó la noche, convirtiéndola en un mágico paisaje lleno de destellos y sombras. Al final del día, los habitantes del reino estaban maravillados con lo que el sol y la luna habían logrado.

Habían demostrado que ambos eran igualmente importantes y que su magia era indispensable tanto de día como de noche. Juntos, el sol y la luna comprendieron que su verdadero valor radicaba en trabajar en armonía para traer luz y belleza al mundo en cada momento.

Desde ese día, el sol y la luna continuaron cuidando la puerta mágica, pero ahora lo hacían juntos, recordando siempre que su trabajo en equipo era fundamental para el equilibrio del universo.

FIN.

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