La Puerta Dorada del Jardín



Era un hermoso día de primavera en el hogar de Clara. Los pájaros cantaban y las flores florecían en su jardín. Un día, mientras jugaba con su perro Toby entre las margaritas, Clara se topó con algo peculiar. Al fondo del patio, detrás de un rosal, brillaba una puerta dorada, resplandeciente como el sol.

- ¿Qué será eso? - se preguntó Clara, con curiosidad.

Toby, siempre inquieto, movió la cola y acercó su hocico a la puerta. Clara se acercó un poco más, y notó que la puerta no tenía manija, pero sí un pequeño cartelito que decía: "Solo aquellos con un corazón aventurero podrán cruzar".

- ¡Eso soy yo! - exclamó Clara, llena de emoción. Sin pensarlo dos veces, empujó la puerta, que se abrió sin esfuerzo. Al cruzarla, se encontró en un mundo maravilloso, lleno de colores vibrantes y criaturas fantásticas.

Una mariposa gigante se posó sobre su hombro.

- Hola, pequeña viajera. Bienvenida al Reino de la Imaginación. - dijo la mariposa con una voz suave.

Clara, sorprendida, quiso saber más.

- ¿Qué es este lugar? - preguntó.

- Aquí todos los sueños pueden hacerse realidad. Pero, para disfrutarlo, tendrás que superar tres desafíos. - explicó la mariposa.

Clara sintió que su corazón latía de emoción y un poco de miedo.

- ¿Cuáles son esos desafíos? - inquirió con determinación.

- Primero, deberás encontrar la Flor del Coraje. Crece en la cima de la Montaña de los Miedos. - respondió la mariposa.

Clara asintió y comenzó su viaje. Caminó por un sendero que la llevó a la montaña. Por el camino, se encontró con un dragón que parecía muy triste.

- Hola, ¿por qué estás tan triste? - preguntó Clara.

- No puedo volar porque he perdido mi cinta de colores, que es mi guía. - suspiró el dragón.

Clara pensó: "Si lo ayudo, quizás me cuente sobre la Flor del Coraje".

- ¡Voy a ayudarte! - dijo con determinación. Buscó por el bosque y, tras un rato, encontró la cinta atrapada entre unas ramas.

- ¡Aquí está! - Clara la agarró y se la dio al dragón.

El dragón, emocionado, se la puso y sintió cómo su corazón se llenaba de energía.

- ¡Gracias, pequeña! Ahora puedo volar de nuevo. ¿Te gustaría que te lleve a la cima de la montaña? - preguntó el dragón con una gran sonrisa.

- ¡Sí, por favor! - respondió Clara, feliz.

El dragón la llevó volando hasta la cima. Allí, Clara encontró la Flor del Coraje. La recogió con cuidado y agradeció al dragón. Pero aún le quedaban otros desafíos.

El segundo desafío era aprender a ser amable. Una vez en la cima, un pequeño gnomo la observaba con tristeza.

- Hola, gnomo. ¿Qué te preocupa? - le preguntó Clara.

- No tengo amigos. Nadie quiere jugar conmigo. - soltó el gnomo con una lágrima en su ojo.

Clara recordó que había sido amable con el dragón, así que decidió cambiar eso.

- ¡Juguemos juntos! - le dijo, y comenzaron a hacer figuras con las nubes. Rieron y se divirtieron, y el gnomo, aliviado, sonrió.

- ¡Eres la mejor amiga! - exclamó.

Clara sintió que la amabilidad había transformado el día del gnomo y, de paso, también el suyo.

Finalmente, el último desafío era enfrentar un laberinto de sombras donde debía descubrir su verdadera valentía. Clara, en el laberinto, se sintió asustada por las sombras que parecían acercarse.

- Debo ser valiente... - murmuró para sí misma y recordó a sus nuevos amigos. Con determinación, recorrió el laberinto, desafiando las sombras con su luz interior. Al final, cuando salió, se dio cuenta de que había aprendido que la valentía no significa no tener miedo, sino avanzar a pesar de él.

Al volver al Reino de la Imaginación, la mariposa la esperaba.

- Has superado todos los desafíos, Clara. El coraje, la amabilidad y la valentía son las claves para lograr tus sueños. - dijo la mariposa con orgullo.

Clara regresó a casa con el corazón lleno de alegría y confianza. La puerta dorada desapareció, pero quedó con ella la enseñanza de que siempre podía volver a ese mundo mágico a través de su imaginación.

- ¿Te gustará volver alguna vez? - le preguntó Toby, moviendo la cola.

- ¡Claro que sí! Siempre puedo crear aventuras en mi mente. - respondió Clara, sonriente. Y así, Clara aprendió que la verdadera magia existe cuando creemos en nosotros mismos y ayudamos a otros, descubriendo que el mundo está lleno de maravillas por explorar.

FIN.

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