La puerta mágica



En un tranquilo pueblo de Argentina vivía un niño llamado Lucas, quien se había mudado recientemente a una cabaña en el bosque junto a sus padres.

Lucas era un soñador empedernido y siempre imaginaba cosas mágicas mientras jugaba en su habitación. Un día, mientras exploraba los alrededores de su nueva casa, Lucas se adentró en el frondoso bosque.

Mientras caminaba entre los árboles, algo llamó su atención: ¡una pequeña puerta tallada en uno de los troncos! La curiosidad se apoderó de él y decidió abrirla para ver qué había dentro. Al cruzar la puerta, Lucas quedó maravillado por lo que encontró. El bosque se transformó en un lugar mágico lleno de hadas danzantes y duendes juguetones.

En medio del claro había una villa encantadora con casitas coloridas y jardines florecientes. Lucas corrió emocionado hacia la villa y fue recibido por todos los seres mágicos que allí vivían.

Las hadas le dieron la bienvenida con risas melodiosas y los duendes lo rodearon con alegría. Pero lo que más capturó su atención fue un búho majestuoso posado sobre una rama cercana. El búho mágico, llamado Oli, era sabio y amable.

Tenía ojos grandes y brillantes que parecían contener todos los secretos del universo. Oli invitó a Lucas a sentarse junto a él para contarle historias fascinantes sobre el bosque encantado.

A medida que pasaban las semanas, Lucas se convirtió en un visitante asiduo de la villa mágica. Aprendió a volar con las hadas, a resolver acertijos con los duendes y a cuidar de las plantas en los jardines.

Pero lo más importante que Lucas aprendió fue el valor de la amistad y el respeto por la naturaleza. Las hadas le enseñaron a tratar a todos los seres vivos con amor y bondad, mientras que los duendes le mostraron cómo trabajar en equipo para lograr grandes cosas.

Un día, mientras disfrutaba de su tiempo en la villa mágica, Lucas recordó algo muy importante: extrañaba mucho a sus padres. Sabía que tenía que volver a casa y contarles todo sobre su increíble aventura.

Con tristeza pero también con alegría en el corazón, Lucas se despidió de sus nuevos amigos mágicos y regresó a su cabaña en el bosque. Al llegar, corrió hacia sus padres para contarles todo sobre la puerta secreta y los maravillosos seres que había conocido.

Sus padres escucharon atentamente cada palabra de Lucas y sonrieron al verlo tan emocionado. Juntos, decidieron explorar el bosque encantado como una familia durante los fines de semana, creando recuerdos inolvidables.

Desde aquel día, Lucas nunca dejó de soñar despierto ni olvidó las valiosas lecciones que aprendió en la villa mágica. Siempre llevó consigo el amor por la naturaleza y el espíritu aventurero que lo impulsaba a buscar nuevas experiencias.

Y así fue como este pequeño niño llamado Lucas descubrió que, a veces, la magia puede encontrarse en los lugares más inesperados, y que las aventuras más increíbles pueden comenzar con una simple puerta en un árbol.

FIN.

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