La puerta mágica de Almendra
Había una vez una niña llamada Almendra, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas cubiertas de nieve.
Almendra siempre había sido curiosa y aventurera, pero nunca imaginó que su vida daría un giro inesperado en la víspera de Navidad. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, Almendra encontró una puerta oculta entre los árboles. Intrigada, decidió abrirla y fue transportada a un mundo mágico lleno de luces brillantes y colores vibrantes.
Al llegar al otro lado, Almendra se encontró con el hada Aurora, quien le contó que ese era el Reino Encantado de la Navidad.
Le explicó que las luces representaban la alegría y las sonrisas de las personas durante esta época del año. Aurora también le dijo a Almendra sobre el problema que enfrentaba el Reino Encantado: alguien había robado todas las luces navideñas y sin ellas, la magia estaba desapareciendo rápidamente.
Sin perder tiempo, Almendra ofreció su ayuda para resolver el misterio. Juntas comenzaron a buscar pistas por todo el reino. Se adentraron en bosques nevados e investigaron casitas decoradas con guirnaldas brillantes.
En cada lugar visitado dejaban preguntas a los habitantes para obtener información valiosa sobre lo ocurrido. Durante su búsqueda, conocieron al duende Gustavo, quien les confesó haber visto a un travieso gnomo llamado Tristán merodeando por ahí recientemente.
Según Gustavo, Tristán siempre estaba en busca de aventuras y emociones, pero no tenía idea de que sus acciones estaban causando daño. Almendra y Aurora se dirigieron al hogar del gnomo Tristán, donde lo encontraron jugando con las luces navideñas robadas.
Almendra le explicó amablemente a Tristán la importancia de las luces para mantener viva la magia de la Navidad y cómo su acción había afectado a todos. Tristán, sintiéndose culpable, decidió devolver todas las luces robadas.
Juntos, Almendra, Aurora y Tristán regresaron al Reino Encantado de la Navidad para restaurar la magia perdida. Cuando colocaron las luces en su lugar correcto, el reino volvió a brillar con una intensidad aún mayor. Los habitantes del lugar se reunieron para darle las gracias a Almendra por su valentía y determinación.
A partir de ese día, Almendra se convirtió en una heroína adorada en el Reino Encantado de la Navidad. Cada año regresaba para asegurarse de que todo estuviera listo para celebrar una Navidad llena de alegría y amor.
Y así fue como Almendra descubrió que incluso alguien tan pequeño como ella podía hacer una gran diferencia.
Aprendió sobre la importancia del trabajo en equipo, el valor de ayudar a los demás y cómo nunca debemos subestimar nuestra propia capacidad para marcar un cambio positivo en el mundo.
Desde aquel entonces, cada vez que llegaba diciembre y comenzaban a caer los copos blancos del cielo, Almendra recordaba aquella increíble aventura y sonreía sabiendo que la magia de la Navidad siempre estaría en su corazón.
FIN.