La Puerta Mágica del Patio
Era un día soleado en el jardín de infantes, y los 16 amigos de la sala roja estaban jugando felices en el patio. Marcela, la más curiosa, notó algo extraño en una esquina, detrás de los árboles.
"¡Che, miren eso! ¿Qué será?" - exclamó mientras corría hacia una pequeña puerta de madera que parecía brillar bajo el sol.
Los demás la siguieron, y pronto se encontraron frente a la puerta mágica.
"No puede ser real..." - dijo Lucas, frotándose los ojos.
"¿Y si la abrimos?" - propuso Sol, un poco asustada pero al mismo tiempo emocionada.
Tomaron una decisión y decidieron abrir la puerta. Al hacerlo, una luz brillante los envolvió y, de repente, se encontraron en un lugar increíble, un bosque lleno de colores brillantes y criaturas mágicas.
"¡Esto es increíble!" - gritó Ana, saltando de felicidad.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Tomi, mirando alrededor.
"No lo sé, pero tenemos que explorar!" - contestó Marta, aventurera.
Decidieron dividirse en grupos para explorar. En su aventura, se encontraron con un jardín lleno de flores que hablaban.
"¡Bienvenidos, amigos!" - dijeron las flores al unísono.
"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Rafa, sorprendido.
"Nosotros cuidamos este bosque. Pero estamos en problemas, necesitamos su ayuda." - explicó una flor de color amarillo brillante.
Intrigados, los amigos preguntaron:
"¿Qué tipo de ayuda?" - indagó Luz, interesada.
"Un dragón malo ha robado nuestra esencia mágica. Sin ella, nuestras flores ya no brillan, y el bosque perderá su magia para siempre." - se lamentó la flor.
Los amigos sabían que debían ayudar.
"¡Vamos a buscar al dragón!" - dijo Agustín, decidido.
"¿Y si se enoja con nosotros?" - se preocupó Sofía.
"Podemos hacerlo juntos, ¡y tal vez hagamos nuevos amigos!" - sugirió Verónica.
Tras un largo camino, encontraron la cueva del dragón.
"¿Cómo entramos?" - preguntó Martín, sintiéndose un poco asustado.
"Con valentía, no le hagamos daño a nadie, pero debemos hablar con él." - dijo Cami.
Cuando entraron, se encontraron con un dragón enorme que estaba llorando.
"¡¿Por qué lloras? !" - preguntó Nico, acercándose cautelosamente.
"Me siento solo. Robé la esencia mágica porque pensaba que así tendría amigos, pero estaba equivocado..." - confesó el dragón entre sollozos.
Los amigos miraron entre ellos, sorprendidos.
"¡No necesitas robar!" - dijo Agustín, valiente.
"¡Podemos ser tus amigos!" - se ofreció Flor.
"En vez de eso, ¿te gustaría jugar con nosotros?" - sugirió Luz.
El dragón se secó las lágrimas y sonrió.
"¿De verdad querrían ser mis amigos?" - preguntó con duda.
"¡Claro!" - gritaron todos.
"Ayudemos a devolver la esencia mágica!" - dijo Sofía.
Así que trabajaron juntos: los amigos y el dragón, regresaron la esencia mágica al bosque. De repente, las flores comenzaron a brillar, y el bosque recuperó su color.
"Gracias, amigos. Nunca me había sentido tan feliz. He aprendido que la amistad no se roba, se construye." - dijo el dragón, contento.
"¡Y ahora podemos jugar todos juntos!" - gritó Ana.
De regreso a la puerta mágica, los 16 amigos se dieron un fuerte abrazo, sabiendo que habían hecho un nuevo amigo y aprendido una lección importante sobre la amistad y la empatía.
Al abrir la puerta, regresaron al patio del jardín. Miraron a su alrededor, y se dieron cuenta de que eran un poco más grandes, y que las realidades de su aventura mágica siempre estarían con ellos.
"¡Volvamos a jugar!" - dijo Marcela, emocionada.
"¡Sí, pero nunca olvidemos a nuestro amigo el dragón!" - agregó Tomi.
Así, el grupo siguió jugando, llenos de historias y recuerdos mágicos que habían creado juntos, y una promesa de seguir siendo amigos para siempre.
FIN.