La puerta mágica del patito perdido
iempo, más me daba cuenta de que eras especial. Tu forma de ser, tu risa contagiosa y tus ojos llenos de luz me hacían sentir algo que nunca antes había experimentado.
Un día, mientras caminábamos juntos por el parque, nos encontramos con un viejo árbol. Era enorme y majestuoso, sus ramas se extendían hacia el cielo como si quisieran tocar las nubes. Nos acercamos a él y noté que tenía una pequeña puerta en su tronco.
- ¡Mira! ¡Una puerta secreta! - exclamé emocionada. - ¿Crees que podamos abrirla? - preguntaste con curiosidad. Sin pensarlo dos veces, agarré del picaporte y la puerta se abrió lentamente.
Ante nuestros ojos se reveló un mundo mágico lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas. - ¡Bienvenidos al Reino de la Imaginación! - dijo una voz melodiosa desde adentro. Entramos cautelosos pero emocionados al mismo tiempo.
Caminamos por senderos encantados rodeados de flores parlanchinas y animales amigables que nos saludaban mientras pasábamos. De repente, escuchamos un ruido proveniente del lago cercano. Corrimos hacia allí para descubrir qué era lo que estaba pasando. Al llegar vimos a un patito llorando desconsoladamente junto a la orilla del agua.
- ¿Qué te pasa, pequeño patito? - pregunté preocupada. El patito sollozante nos contó que había perdido a su familia durante la migración y ahora estaba solo y asustado.
Nos enterneció su historia y decidimos ayudarlo a encontrar a su familia. Recorrimos el Reino de la Imaginación en busca de pistas sobre el paradero de los demás patitos. Preguntamos a los árboles sabios, buscamos en las cuevas encantadas y hasta pedimos ayuda a los duendes juguetones.
Finalmente, encontramos un mapa antiguo que nos indicaba dónde se encontraban los padres del pequeño patito. Sin perder tiempo, nos dirigimos hacia el lugar señalado.
Al llegar al lago perdido, vimos una hermosa escena: el papá y la mamá pato estaban nadando tranquilamente junto a sus otros patitos. El pequeño patito corrió emocionado hacia ellos y se abrazaron con alegría. - ¡Gracias por traerme de vuelta con mi familia! - dijo el pequeño patito entre lágrimas de felicidad.
Nos despedimos del Reino de la Imaginación y volvimos al mundo real llevando en nuestros corazones la experiencia maravillosa que habíamos vivido juntos. Desde ese día, nuestra amistad creció más fuerte cada vez.
Aprendimos que no importa cómo comiencen las cosas, lo importante es cómo las hacemos crecer y evolucionar con amor y dedicación. Y así fue como nuestro primer encuentro casual se convirtió en una gran historia de amistad verdadera.
Juntos descubrimos que la vida está llena de sorpresas mágicas si estamos dispuestos a abrir nuestras mentes y corazones para recibirlas.
FIN.