La pulsera espacial



Había una vez un niño llamado Fernando que tenía un gran sueño: ser astronauta. Desde muy pequeño, se pasaba horas mirando al cielo estrellado y soñando con viajar al espacio.

Pero había un pequeño problema, ¡Fernando no sabía conducir la nave espacial! Un día, mientras Fernando estaba en su habitación construyendo una maqueta de una nave espacial, escuchó un ruido extraño proveniente del jardín de su casa.

Curioso, salió corriendo a investigar y se encontró con un extraterrestre amigable llamado Zorg. "¡Hola, Fernando! He oído hablar de tu amor por el espacio y quiero ayudarte a cumplir tu sueño", dijo Zorg emocionado. Fernando no podía creerlo.

Estaba asombrado ante la idea de que un extraterrestre quisiera ayudarlo a convertirse en astronauta. Sin embargo, todavía le preocupaba no saber cómo conducir la nave espacial. "Zorg, me encantaría ser astronauta, pero no sé cómo pilotear una nave", confesó Fernando desanimado.

El extraterrestre sonrió y le aseguró: "No te preocupes, tengo algo especial para ti". Zorg sacó de su bolsillo una pulsera brillante y se la colocó en la muñeca a Fernando.

De repente, los ojos de Fernando se iluminaron con emoción cuando vio que la pulsera era mágica. Le permitía controlar cualquier objeto solo con pensarlo. "¡Increíble! ¿Esto significa que puedo controlar una nave espacial?", preguntó Fernando lleno de entusiasmo. "Exactamente, Fernando.

Con esta pulsera mágica podrás controlar cualquier nave espacial y cumplir tu sueño de viajar al espacio", explicó Zorg. A partir de ese momento, Fernando se dedicó a aprender todo lo que pudiera sobre el espacio y las naves espaciales.

Pasaba horas estudiando libros y viendo documentales para estar preparado cuando llegara el momento de utilizar su pulsera mágica. Un día, después de mucho entrenamiento, Zorg llevó a Fernando a una base espacial secreta donde había una nave lista para despegar.

Fernando estaba emocionado pero también nervioso por su primera misión espacial. "Recuerda, Fernando, confía en ti mismo y en la pulsera mágica. ¡Eres capaz de hacer cualquier cosa!", le recordó Zorg antes de subirse a la nave.

Fernando se colocó la pulsera en la muñeca y sintió una gran confianza invadirlo. Sabía que podía hacerlo. Despegaron rumbo al espacio exterior mientras Fernando manejaba la nave con destreza utilizando su pulsera mágica.

Durante su viaje espacial, Fernando exploró planetas desconocidos y conoció seres extraterrestres amigables que compartieron sus conocimientos sobre el universo con él. Cada día aprendía algo nuevo y se sentía más cerca de convertirse en un verdadero astronauta. Finalmente, después de varias semanas en el espacio, era hora de regresar a casa.

La experiencia había sido increíble para Fernando, pero sabía que aún tenía mucho por aprender antes de poder volar solo sin ayuda de la pulsera mágica.

De vuelta en casa, Fernando guardó la pulsera en un lugar seguro y se prometió seguir estudiando y preparándose para su próxima aventura espacial. Sabía que, con esfuerzo y dedicación, algún día sería capaz de conducir una nave espacial sin ayuda. Y así, Fernando siguió persiguiendo su sueño de convertirse en astronauta.

Cada noche miraba las estrellas desde su habitación y se imaginaba explorando nuevos planetas junto a Zorg. Y aunque todavía no sabía cómo conducir una nave espacial, estaba seguro de que algún día lo lograría.

Porque Fernando entendió que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en sí mismo y nunca deja de aprender.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1