La rana de colores y la victoria matemática



Había una vez una niña llamada Sofía, que tenía una rana muy especial. No era como las demás ranas, su piel tenía los colores del arcoíris y sus ojos brillaban como diamantes.

Sofía amaba a su rana más que nada en el mundo, pero cuando la llevó al colegio para compartir con sus compañeros, nadie parecía entender lo especial que era. "¡Esa no es una rana de verdad!", decían algunos niños mientras se reían.

"¿Por qué tiene esos colores raros?", preguntaban otros. Sofía se sentía triste y sola. Nadie parecía comprender la belleza de su rana de colores, así que decidió llevarla siempre consigo en un pequeño acuario para protegerla de las burlas.

Pero aunque muchos no entendieran a la rana de Sofía, ella sabía algo que los demás no. Era muy buena en matemáticas y gracias a eso logró obtener notas excelentes en esa materia.

Un día su maestra le propuso participar en un torneo escolar donde debían resolver problemas matemáticos difíciles y representar al colegio ante otras escuelas. Sofía estaba emocionada por esta oportunidad y practicó mucho para el torneo junto a su amiga Ana.

Pero cuando llegaron al evento, descubrieron que serían los únicos dos niños representando al colegio porque los demás no habían querido participar por miedo a equivocarse o perder. La presión aumentaba conforme avanzaba el torneo y Ana comenzó a sentirse nerviosa e insegura.

Pero Sofía recordó algo importante: "Mi rana me enseñó que ser diferente no es algo malo, sino que puede ser una gran ventaja. Si ella puede brillar con sus colores, yo también puedo hacerlo con mis habilidades".

Así que Sofía se concentró en las matemáticas y logró resolver los problemas más difíciles del torneo. Al final, ella y Ana ganaron el primer lugar y su colegio obtuvo un trofeo muy importante. "¡Lo hicimos!", gritó Sofía emocionada.

"Sí, gracias a ti", dijo Ana sonriendo. Cuando regresaron al colegio, todos estaban sorprendidos de que dos niñas hubieran ganado el torneo escolar.

Pero lo más importante fue que habían demostrado que la diversidad es una fortaleza y no algo para burlarse o discriminar. Desde ese día, todos aprendieron a respetar las diferencias y valorar lo especial de cada uno. Y así, la rana de colores de Sofía se convirtió en un símbolo de esa lección para siempre.

FIN.

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