La Rana, el Gato y la Cucaracha Amistosa



En un soleado día en el patio de la casa de Juan, una pequeña cucaracha salió a pasear. Disfrutaba del sol calentito y de la suave brisa. Justo en ese momento, una rana verde y un gato atigrado se cruzaron en su camino. La rana, con su voz croante, notó a la cucaracha.

- ¡Mmm! ¡Qué rica se ve esa cucaracha! -exclamó la rana, frotándose las patas.

- ¡Es mía! -respondió el gato, arqueando su espalda.

Ambos se miraron con ojos desafiantes.

- ¡Yo la vi primero! -dijo la rana.

- ¡Pero yo tengo más hambre! -replicó el gato, mostrando sus afilados dientes.

La cucaracha, al darse cuenta de la pelea entre ellos, decidió intervenir.

- ¡Espera! -dijo con voz temblorosa-. No creo que pelearse por mí sea buena idea.

- ¡¿Qué sabes tú? ! -gruñó el gato, aún agitado.

- ¡Sí! ¡Nadie te pidió tu opinión! -añadió la rana.

La cucaracha, que era muy sabia a pesar de ser tan pequeña, pensó por un momento.

- ¿Y si, en vez de pelear, hacemos algo divertido juntos?

- ¿Divertido? -preguntó la rana, interesándose.

- ¡Sí! ¿Qué tal si organizamos una carrera? La que llegue primero a la sombra de ese árbol, se lleva la cucaracha.

El gato y la rana se miraron por un instante, ambos sorprendidos por la idea.

- ¡Me parece genial! -dijo el gato, con entusiasmo.

- ¡Yo correré más rápido que vos! -desafió la rana.

Así que se prepararon, y la cucaracha se convirtió en el juez.

- ¡A la cuenta de tres! -dijo la cucaracha.

- Uno...

- Dos...

- ¡Tres! -gritó y ambos salieron disparados.

La rana saltaba ágilmente, pero el gato no se quedó atrás. Pero mientras corrían, se dieron cuenta de que la carrera no era tan importante como la compañía.

- ¡Esto es muy divertido! -gritó el gato.

- ¡Sí! ¡Nunca había hecho algo así con nadie! -respondió la rana.

Al final, llegaron juntos al árbol, riéndose y respirando con dificultad. La cucaracha, viendo el ambiente alegre, decidió intervenir otra vez.

- Bueno, yo no quiero más problemas. Así que, ¿qué tal si compartimos la diversión y hacemos un picnic con frutas y un poco de agua?

Los dos amigos miraron a la cucaracha, y ambos asintieron con grandes sonrisas.

- ¡Eso sería increíble! -dijo la rana.

- ¡Sí, por supuesto! -agregó el gato.

Así fue como en aquel soleado día, la rana y el gato aprendieron que la amistad y la diversión son más importantes que una simple pelea por comida. Y desde entonces, se convirtieron en los mejores amigos del patio, siempre organizando picnics y carreras juntos con su nueva amiga, la cucaracha.

FIN.

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