La Rana Tomasita y su aventura marciana
En un tranquilo lago rodeado de flores y árboles altos, vivía la pequeña rana Tomasita. Desde pequeña, Tomasita había escuchado historias de un brillante cometa llamado —"Estrellita" que cruzaba el cielo cada año. Este cometa tenía una cola hermosa que se llenaba de colores, y el sueño de Tomasita era conocerlo en persona.
Una noche, mientras miraba las estrellas, Tomasita dijo: "¡Oh, cómo me gustaría volar hasta el cielo y tocar el cometa Estrellita!"- . Su amigo el sapo Felipe, que siempre la acompañaba, rió y le respondió: "¿De dónde sacaste que podés volar, Tomasita?"- Pero eso no desanimó a la intrépida rana.
Tomasita decidió que iba a hacer un viaje, no solo a los cielos, sino a Marte, donde había oído que el cometa pasaba cerca. Sabía que necesitaría ayuda, así que fue en busca de la anciana tortuga Miranda, la más sabia de todo el lago.
"Miranda, quiero ir a Marte a encontrar a Estrellita. ¿Cómo puedo hacerlo?"- preguntó con entusiasmo.
"Ah, querida Tomasita, no es un camino fácil, pero con determinación y un poco de creatividad, todo se puede lograr. Necesitarás un cohete"- respondió Miranda, con su voz suave y pausada.
Tomasita se armó de valor y comenzó a recolectar materiales por todo el lago: cañas, hojas grandes, ramitas y piedras. Con la ayuda de sus amigos, el pez Lucho, que siempre tenía ideas brillantes, y la astuta mosca Clara, comenzaron a construir un cohete. Al principio todo parecía imposible, pero cada día trabajaban más, y el cohete iba tomando forma.
Un día, mientras estaban en pleno trabajo llamado "¡Un poco más de aquí, y ya está!"- el pez Lucho preguntó: "¿Estamos seguros de que queremos hacer esto? Marte es un lugar desconocido"-. Pero Tomasita, con su espíritu aventurero, respondió: "Si no lo intentamos, nunca lo sabremos. ¡Vamos a hacerlo!"-
Finalmente, después de semanas de trabajo arduo, su cohete estaba listo. Tenía una capa de hojas brillantes y estaba pintado con colores que recordaban a la cola del cometa. Con un gran suspiro, Tomasita se subió al cohete con Felipe, Lucho y Clara.
"¿Listos? ¡Como dice el viejo Miranda, a soñar se ha dicho!"- gritó Tomasita, mientras apretaba el botón que habían creado con una espina de pescado.
El cohete despegó y, para sorpresa de todos, comenzó a volar. En el camino, vieron estrellas que parecían estar saludándolos. Pero en medio del viaje, el cohete comenzó a tambalear.
"¡Ay, no! ¿Qué pasa, Tomasita?"- gritó Clara, asustada.
"No lo sé, tal vez la ruta sea un poco más complicada de lo que pensaba"- respondió Tomasita, tratando de mantener la calma. Usando su ingenio, recordó que debían ajustar una de las ramas para estabilizarse. Con movimientos rápidos, hizo los ajustes necesarios, y pronto el cohete volvió a tomar dirección.
Finalmente, aterrizaron en Marte. Era un lugar extraño y lleno de misterios. Mientras exploraban, encontraron una gran roca en forma de estrella. Tomasita se acercó emocionada, pues al lado había un destello de luz. "¡Es Estrellita!"- gritó, con alegría. Pero, para su sorpresa, la estrella comenzó a hablar.
"¡Hola, pequeña rana! He estado esperando que alguien viniera a verme. Muchos soñadores vienen a buscarme, pero no siempre se atreven a llegar hasta aquí"- dijo con una melodía suave.
"He viajado desde el lago para conocerte. Te admiro tanto. Eres un cometa tan brillante"- dijo Tomasita, con los ojos llenos de estrellas.
"Recuerda, querida rana, que los sueños son como un cielo estrellado. A veces se ven lejanos, pero se pueden alcanzar si trabajas por ellos. La valentía y la amistad son las alas que te llevan lejos"- contestó Estrellita.
Tomasita, conmovida, comprendió que su viaje no solo había sido para conocer al cometa, sino también para aprender sobre la colaboración y la valentía. Con el corazón lleno de gratitud, Tomasita y sus amigos regresaron al lago, llevando consigo una nueva historia.
"¿Volveremos a viajar otra vez?"- preguntó Felipe, intrigado.
"Claro que sí, pero esta vez a buscar nuevas aventuras"- respondió Tomasita, sonriendo.
Así, los días siguientes tomaron nuevos proyectos, construyeron un aula de sueños donde compartieron historias y animaron a otros a seguir sus propios caminos hacia las estrellas. Y todos aprendieron que lo más importante no es solo el destino, sino el viaje y la amistad que forma parte de él. Y así, la Rana Tomasita y sus amigos vivieron felices en su lago, siempre listos para la próxima aventura.
FIN.