La Ranita Verdi y el Sol
Había una vez, en una charca llena de colores y sonidos, una ranita llamada Verdi. Verdi era muy especial, pues era una ranita flaquita y verde. Su color brillante y su espiritu alegre la hacían destacar entre los demás animales que vivían en la charca. Todos los días, al salir el sol, ella saltaba con entusiasmo hacia su spot favorito: una roca grande y cálida donde podía tomar un buen baño de sol.
Un día, mientras Verdi disfrutaba de los rayos del sol, se acercó su amiga la tortuga Tumby, que siempre iba despacito.
"¡Hola, Verdi! ¿Por qué pasas tanto tiempo al sol?" - preguntó Tumby, estirando su cabeza hacia la roca.
"¡Porque me encanta! El sol me hace sentir bien y me da energía para saltar y jugar" - respondió Verdi saltando alegremente.
"A mí también me gusta el sol, pero no puedo salir tanto como vos" - suspiró Tumby.
"Podés intentarlo algún día, yo te puedo acompañar" - dijo Verdi, sonriendo.
La semana siguiente empezó a hacer calor y la charca estaba llena de vida. Verdi decidió invitar a todos sus amigos para disfrutar del sol juntos. Todos llegaron: el pato Pipo, la libélula Lila y el pez Pacho. El trío no tardó en organizar un juego, como siempre.
"Vamos a hacer una carrera de saltos, ¡el que llegue primero a la roca se queda con el sol!" - dijo Verdi llenita de energía.
"Yo soy el más rápido de todos, ¡ganaré!" - dijo Pipo, emocionado.
"Yo soy la más linda, ¡así que seguro que el sol me elige!" - dijo Lila revoloteando.
Los amigos comenzaron a saltar y correr de aquí para allá, mientras cada uno daba lo mejor de sí. Pero de repente, un rayo de luz pasó entre las hojas y su reflejo hizo que todos se distrajeran.
"¡Mirad eso! ¡Es precioso!" - exclamó Lila, volando hacia la luz.
"¿Por qué no la seguimos?" - sugirió Pacho, curioso.
"¡Vamos! ¡Aventuras!" - gritó Verdi con toda su energía.
Así que dejaron de lado la carrera y comenzaron a seguir la luz misteriosa. Rápidamente, se dieron cuenta de que la luz los guiaba hacia un hermoso arco iris.
"¡Nunca he visto algo así!" - dijo Tumby, asombrada.
"Es el arco iris más lindo que he visto en mi vida" - susurró Verdi, maravillada.
Emocionados, se acercaron al arco iris y comenzaron a charlar sobre cómo los diferentes colores podrían ser útiles para cada uno.
"Yo puedo hacerme un sombrero rojo con este color para estar más a la moda" - dijo Lila.
"A mí el azul me podría ayudar a camuflarme en el agua" - soñó Pacho.
"¡El verde me hace sentir contenta!" - excitada, dijo Verdi.
Al poco tiempo, se dieron cuenta de que el arco iris no solo era bonito, sino que era un símbolo de su amistad y de lo diferentes que eran cada uno de ellos.
"Seamos siempre diferentes y disfrutemos de lo que cada uno puede aportar" - sugirió Tumby, llena de sabiduría.
"¡Sí! Brindemos por las diferencias!" - gritaron a coro, todos.
De repente, una nube oscura apareció en el cielo y comenzó a llover.
"¡Rápido! ¡Bajo la roca, todos!" - gritó Verdi, mientras cada uno se movía rápidamente hacia el refugio.
"¡Es un buen momento para descansar!" - agregó Pipo, respirando hondo.
Mientras llovía, comenzaron a contar historias y a jugar con las gotas de agua que caían. La lluvia no solo creó charcos, sino que hizo que su amistad se fortaleciera aún más.
Cuando la lluvia paró, salieron de la roca para ver cómo la charca brillaba con colores.
"¡Miren el arco iris otra vez!" - exclamó Tumby, quizas un poco cansada pero feliz.
"¿Sabés qué? Cada vez que salgamos a tomar el sol, recordemos que somos todos diferentes y eso nos hace únicos" - reflexionó Verdi, orgullosa.
Y así, cada vez que Verdi salía a tomar el sol, era su momento favorito, porque sabía que cada rayo de sol lo compartía con sus amigos, y esto llenaba su pequeño corazón de alegría. Desde ese día, Verdi entendió que el sol brilla para todos, y la amistad es el verdadero calor que hace felices sus días.
Y así, bajo el sol y el arco iris, Verdi y sus amigos siguieron creando nuevas aventuras, aprendiendo cada día a valorar la diversidad y la belleza de lo que significa ser diferentes juntos.
FIN.