La Ranita y el Sombrero Perdido



Había una vez una ranita llamada Lila que vivía en un hermoso charco rodeado de flores de todos los colores. A Lila le encantaba usar sombreros de diferentes formas y tamaños, y cada día llevaba uno nuevo. La ranita se sentía feliz y especial con sus sombreros, y todos los demás animales del charco la admiraban.

Un día, mientras Lila disfrutaba del sol sobre una gran hoja de lirio, un astuto lobo llamado Bruno, que vagaba por la zona, se fijó en su llamativo sombrero de flores.

"¡Vaya! Ese sombrero es increíble, ¡quiero uno igual!" - pensó Bruno, lleno de envidia.

Sin pensarlo dos veces, el lobo se acercó sigilosamente a Lila y, con un movimiento rápido, le robó el sombrero.

"¡Hey! ¿Qué te crees, lobo? Devuélveme mi sombrero!" - gritó Lila, asustada.

Bruno comenzó a correr, riéndose a carcajadas. Lila no podía permitir que el lobo se saliera con la suya, así que decidió seguirlo.

El lobo era rápido, pero Lila, con su determinación, saltaba de hoja en hoja, llamando la atención de otros animales del charco.

"¡No dejes que se lleve el sombrero de Lila!" - gritó un pájaro, volando junto a ella.

Pronto, todos los animales del charco se unieron a la carrera. Al ver que había tantos que la ayudaban, las patas de Lila se sentían más fuertes.

Finalmente, lograron alcanzar a Bruno, quien se había detenido a admirar el sombrero en un claro del bosque.

"¡Ese sombrero es mío!" - le dijo Lila con valentía, acercándose al lobo.

Bruno se dio vuelta, sorprendido de ver a todos aquellos animales. Se sintió un poco avergonzado, porque sabía que lo que había hecho estaba mal.

"Lo siento, Lila... Solo quería tener algo lindo también, pero no debí robarte" - admitió Bruno, bajando la cabeza.

Lila, en lugar de enojarse más, tuvo una idea.

"Si realmente te gusta, podría enseñarte a hacer tu propio sombrero. Todos podemos tener uno lindo, y no hace falta robar para conseguirlo" - le dijo con una sonrisa.

Los otros animales asintieron, y Bruno, asombrado por la generosidad de Lila, decidió aceptar su ofrecimiento.

Juntos, se pusieron manos a la obra. Lila mostró a todos cómo recolectar hojas, flores y ramas para hacer sombreros únicos. Bruno se divirtió y, para su sorpresa, al final del día, había creado un sombrero de lo más original.

"¡Mirá, Lila! ¡Yo también tengo un sombrero!" - exclamó el lobo, sonriendo.

Lila sonrió de vuelta, y los dos se hicieron amigos. Desde ese día, no solo Lila y Bruno lucían sus sombreros, sino que también todos los animales del charco se unieron a la diversión, creando su propia moda.

Y así, los habitantes del charco aprendieron que compartir y crear juntos era mucho mejor que robar. La ranita Lila, con su sombrero de flores, se convirtió en un símbolo de amistad y creatividad, y todos vivieron felices en su maravilloso hogar lleno de flores y colores.

FIN.

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